Sofía pregunta por William. A él lo mató un bus extraurbano imagen

Willian llegó a Guatemala cuando tenía 8 años de edad. Doce años después, el ayudante de un bus extraurbano se subió borracho, aceleró el pedal y lo mandó a intensivo, murió lentamente.

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Sofía pregunta por William. A él lo mató un bus extraurbano




William tenía 20 años. Todos los días tomaba un bus extraurbano de Mázate a Reu para su trabajo.

Era bachiller electricista y encontró la oportunidad en ese empleo.

Pero, el 22 de marzo de 2016, los viajes, se acabaron.

William fue ingresado al intensivo y estuvo allí 83 días. Murió lentamente.




Seis operaciones en su cuerpo. La primera porque todos sus discos lumbares quedaron comprimidos.

La segunda, una hemorragia interna. La tercera un brazo y las demás ni recordar quiere su padre Mynor Ortega.

El cirujano dio un diagnóstico desgarrador, si vivía, quedaría parapléjico

Él que le gustaba la patineta, saltar en ella y correr por la cuadra.




Tampoco haría sus necesidades fisiológicas porque sus órganos no reaccionarían.

El bus, la Providencia, donde iba sentado, iba a excesiva velocidad, lo conducía el ayudante borracho.

Se salió de control y los pasajeros, incluyendo William quedaron cercenados, heridos o muertos.

Su casa, quedó en silencio. Y todos con el corazón partido.

Sofía, su hermana de cinco años pregunta por él, le hace falta. William le daba de comer en la boca y jugaba con ella.




¿Quién la hará entender, a esa edad, que la irresponsabilidad de un ayudante ebrio chocó y su hermano murió por los golpes del accidente?

Victoria, de 17 años, la otra hermana, pasa horas llorando. Su rostro refleja una profunda tristeza. Shayan, la mayor, conserva la colección de gorras y un póster del conejo Roger Rabbit de William.

En honor a él, le puso el nombre a su primer hijo recién nacido.

William era un chico norteamericano. Su madre biológica, y su padre de crianza vivían en California y decidieron regresar al país cuando él tenía 8 años.

Se adaptó a las penurias que tuvieron que pasar porque no había trabajo y jamás reclamó.

Su nobleza se veía cuando cuidó al abuelo enfermo, quien no era el biológico.




Una de sus aficiones más, eran los videojuegos.

Su muerte no solo ha dejado dolor, sino una lucha incansable para hacer justicia.

Su padre busca, junto a sus abogados, que el dueño de los buses, Carlos Dubón, vaya a prisión por darle al ayudante, Antonio Púac, el bus, a sabiendas que iba borracho y no tenía licencia para manejar ese tipo de transporte.

¿Autor intelectual de William y 12 personas más? Eso solo el Juez lo decidirá.




La batalla también ha sido con la aseguradora la Ceiba, la cual no autorizó el traslado de William a otro hospital privado, y solo reconocerá más que un número de meses de salario del chico.

La vida es corta, dice el padre de William, no consideramos que caminamos sobre un hilo muy delgado. Lo enterramos, pero las heridas por dentro no nos sanan, concluye. 

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