Ser doctor en un país donde faltan medicinas no es fácil imagen

Estudiar medicina no es fácil, las horas son extensas y el sueño evidente, pero mi preocupación son los pacientes.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Soy José, médico y cirujano, graduado de la Universidad de San Carlos, hice mis prácticas en los hospitales nacionales y cada día era difícil.

Tengo 32 años de edad, soltero y preocupado por la realidad que vive día a día el país.

Como médico y residente pude ver muchas veces situaciones que eran sumamente dolorosas, pero lo que más me afectaba era recetar un medicamento y que la persona me dijera que no tenía dinero para comprarla.

Una vez, cuando cursaba el cuarto año, estaba de turno en el hospital San Juan de Dios, ese día estaba en emergencias y llegó un niño con su mamá, quien se había caído y estuvo allí varias horas; eran tantas las personas que llegaban que se le atendió como a las 2 horas. De inmediato, pude ver que el brazo estaba muy mal y lo envié a radiografía. Cuando regresó, tenía el resultado, estaba fracturado, la dije a la madre que tenía que comprar algunas cosas, porque en el hospital no había.

Ella se me quedó viendo muy preocupada y me dijo:
“Perdone, le podrá poner solo algo en el brazo, es que no tengo dinero”.

Ella se veía muy humilde, era una mujer que llevaba puesto un traje típico, pero se notaba que no tenía la capacidad, para comprar las cosas.

Sus zapatos estaban rotos, era muy delgada, el pelo lo tenía descuidado y se notaba que tenía problemas de desnutrición.

Yo únicamente tenía Q.200.00 para toda mi semana y apenas era martes, pero ver la necesidad de aquella familia me bastó para sacar mi dinero y comprar lo que necesitaban, además de darle un pan y jugo, tanto a ella como al infante.

Cuando regresé le dije que no se preocupara, que me haría cargo de los medicamentos y la sorprendí:
“Le traje un panito, tiene mucho tiempo de esperar y de seguro no ha comido”.
Ella empezó a llorar y me abrazó. Me dijo con la voz quebradiza:
“Desde ayer en la mañana no había comido nada, solo he tomado agua, gracias por todo y que Dios lo Bendiga”

Terminé de alistar al niño y al poco tiempo le dije que ya se podían ir.

Al momento de salir, solo dijo que Dios sabía lo que mi corazón necesitaba y que me daría cuenta que él iba a multiplicarme lo que había hecho.

Esa semana me quedé sin un centavo, pero comida, transporte y amor no me hizo falta.




Pero lo que se vive a diario es peor.

Los primeros días que llegué al hospital veía cómo los de años superiores tenían una bolsa en la cintura con todas sus cosas, pensaba que era para tenerlas a mano cuando se necesitara, pero no, era para evitar se robaran sus cosas.

Sin querer, en el segundo año, dejé mi bolsa en uno de los cuartos, salí y regresé a los 5 minutos, ya no estaba el paciente y tampoco mis instrumentos.

En los hospitales los directivos siempre decían que estaban abastecidos en un 80%, pero era mentira, no tenían ni siquiera lo más mínimo para atender a las personas.

Había días donde recetaba diclofenaco y no había.

Lo peor era cuando alguien llegaba en estado de gravidez y aunque nosotros supiéramos qué hacer y darle, en el hospital no había. Muchas veces sentí rencor ante la situación que estaba pasando.

Después de una semana del ataque en el Hospital Roosevelt pienso en esos estudiantes que estaban allí.

El terror que tuvieron que vivir, la angustia de los padres de no saber cómo estaban sus hijos y cómo en medio de la tormenta tenían que estar calmados para darle seguridad a sus pacientes. Sin duda esas personas tienen mi respeto y admiración.




Más en un sistema donde nosotros los médicos tenemos que hacer casi milagros para poder atender a las personas que nos necesitan.

A veces, me gustaría que el presidente Jimmy Morales y todos los diputados se pusieran en nuestros lugares y ver el sufrimiento de las personas, así como cada día la gente lucha por sobrevivir.

Con todas esas dificultades me gradué de médico y amo mi profesión. En ocasiones, me toca atender a personas de escasos recursos y rápido recuerdo las escenas que me tocaron vivir. Trato de ayudar lo más que puedo a quienes me buscan y confían en mí. 

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