“Había mucha sangre, placentas, restos de bebés” eso tocó las fibras del cineasta Steve Spielberg
Fue un exterminio de 300 personas, todo por 19 fusiles que el ejército suponía estaban en la aldea Dos Erres. La orden, golpear a los hombres, violar a las niñas, extraer del vientre los bebes y destrozar el cráneo de todos con un mazo de acero.
No encontraron siquiera un arma, dijeron los Kaibiles que atestiguaron pero de todas formas los mataron. Esta es la cruda historia que tocó el corazón del cineasta Steven Spielberg y que en mayo se la mostrará a Guatemala en su film #OscarFindign.
El día que el pozo se tragó a 160 personas
El panorama era desolador. Ropa, trastes, muñecos, sillas y mesas tiradas. Pedazos de placenta, cordones umbilicales y restos de bebés. Cerca del pozo cubierto de tierra habían sombreros. Mucha sangre. Así fueron las escenas que los vecinos de las Cruces vieron en el parcelamiento Dos Erres.
Fue la madrugada del 6 de diciembre que el ejército llegó. Disfrazados de guerrilleros. Sacaron a golpes a las familias. Todo era confusión en medio de la oscuridad.
Los hombres a la escuela, las mujeres y niños a la iglesia era la orden, gritaban preguntando por las armas. Nadie sabía, aun así, el destino de Las Dos Erres estaba marcado.
Después de reunirlos, a las seis de la mañana anunciaron que iban a “vacunarlos” (matarlos) después del desayuno.
Eso suponía que el ministro de la Defensa (General Oscar Huberto Mejía Victores) dio la orden al Estado Mayor de la Defensa Nacional de aniquilarlos.
Para justificar la matanza el Ejército presentó un saco de recolección de cosecha, prueba que Dos Erres apoyaba a la guerrilla.
El saco tenía las iniciales FAR (Federico Aquino Ruano) fundador de la comunidad, pero tergiversaron la información diciendo que las iniciales eran de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR)
Primero fueron los niños. No todos. Mediaba el día cuando lanzaron al pozo seco a un recién nacido vivo. Ese fue el principio del fin de las Dos Erres.
Comenzaron los golpes con un mazo en la cabeza y a los más pequeños los estrellaban contra los muros, sujetándolos de los pies y los arrojaban al abismo.
Sólo se escuchaban sus rezos y plegarias
Con los ojos vendados y de rodillas destrozaban la cabeza a los adultos o disparaban tras la pregunta incesante de ¿si eran o no de la guerrilla?
La respuesta complaciente o no daba igual, la muerte estaba allí, efervescente en el entorno.
A las mujeres embarazadas les golpeaban el vientre o las acostaban y los soldados les brincaban encima hasta que el niño salía.
Esa noche, la tropa festejó la masacre. Y desde el pozo se escuchaban quejidos de dolor y rezos a Dios de quienes fueron enterrados vivos.
El ejemplo del terror para otros
Un helicóptero militar sobrevoló las Dos Erres días siguientes, inspeccionando si quedaba algo, mientras tropas del destacamento de Las Cruces, prendieron fuego a lo que quedaba del parcelamiento.
El 9 de diciembre vecinos de Las Cruces se aventuraron a ir a Las Dos Erres. Cuando llegaron el panorama era triste. silencioso, sepulcral.
Si decían una palabra de Las Dos Erres eran asesinados, relataron vecinos de las Cruces, ni siquiera mencionar el nombre se podía.
El exterminio de esa población fue un detonante crucial que precipitó el desplazamiento de quienes vivían en los alrededores hacia otras áreas de Petén y México.
Durante los doce años que transcurrieron 1982-1993, hasta que se practicaron las exhumaciones se guardó silencio de lo sucedido.
El informe del Equipo Argentino de Antropología Forense, peritos para el proceso 1316/94 del Juzgado de Primera Instancia de Peten, presentaron un martillo similar con el que se asesinó a las víctimas en Las Dos Erres.
Fuente:
Testimonios ante el Juez de Instancia de Kaibiles que participaron en la matanza.
Familiares de Desaparecidos de Guatemala (FAMDEGUA)
Testimonios de vecinos de la aldea las Cruces, Petén, ante el Ministerio Público.