Levantarse a las 4:00 a.m. para salir a las 5:00, rumbo al hospital que te asignaron, dispuesto a poner en práctica todo lo que has aprendido en los últimos años. Regresar a tu casa a descansar o estudiar, para estar listo para el próximo turno que probablemente estarás desvelado por la extensa jornada de 18 a 24 horas vividas. Sacrificar fiestas, familia, novias, vida social, todo por un objetivo, el cual es dar una solución a los pacientes que preocupados buscan una respuesta en ti.
Todos sabemos que el sistema de salud de nuestro país es una vergüenza, pero a pesar de la odisea que se vive a diario, personas con mucho compromiso tratan de brindar un mejor servicio, sin importar ser practicantes. Eddie Moreno es un joven que cursa el 6º año de Medicina en la Universidad San Carlos de Guatemala, nos cuenta cómo es la experiencia de ser practicante en un hospital público. “Es un poco difícil, desde el punto de vista de quien lo mire, pero a la vez es la más humilde y humanitaria que podamos experimentar”.
Entre llantos, personas quejándose, mal humor y sobre todo la falta de medicamentos y recursos, para poder ayudar a los pacientes a calmar un simple dolor. “Los hospitales son escuelas no solo de medicina o donde brindamos un servicio, sino también es donde uno ofrece solidaridad al pueblo, al paciente que busca una respuesta de su enfermedad en un practicante o médico residente”. “Todo un equipo contribuye con su conocimiento a pesar de que el sistema no es el adecuado para la cantidad exuberante de gente que pasa por nuestras manos, sumando la inseguridad que se vive adentro y afuera, en realidad es un gran reto para nosotros”, indicó Moreno. Recordemos que hace unos meses hubo un tiroteo dentro del hospital Roosevelt donde no solo afectó la seguridad de los pacientes si no de todo un personal médico que brindaban su servicio.
Todos estos factores problemáticos, generan que muchos practicantes desistan de la carrera de Medicina, pero hay muchos que tienen un compromiso con el país y son los que se quedan para dar una mano de ayuda. “Más allá seguimos en la lucha, atendemos y tratamos a los pacientes con lo que tenemos a nuestro alcance, pero estamos conscientes que en países más desarrollados muchas de las cosas que hacemos son casi obsoletas, pero es nuestro deber ayudar a las personas a salir adelante”, expresó el estudiante.
Sin duda, en Guatemala existen personas que de verdad quieren hacer un cambio no solo personal sino colectivo, creen en que las cosas pueden mejorar a pesar que la corrupción se adueña del desarrollo y los sueños de miles de guatemaltecos. Al final de todo, hacen un esfuerzo para brindar una solución a los problemas y demuestran que la pasión por un sueño no tiene limites.