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El sindicato no fue nada como lo imaginé. Esperaba un grupo de mujeres desgarbadas, vestidas como para el trabajo o con excesivo maquillaje. Nada fue como mis prejuicios lo pintaron.

Una modesta vivienda en la zona 3, difícil de ubicar, pues la hiedra cubre el número que la identifica.




Al entrar, dos chihuahuas me recibieron con sus estruendosos ladridos y el olor a lo que parecía tortitas de carne impregnaba el “comedor-sala de sesiones”. Afiches, manuales y una pancarta rosada con el lema “REDTRASEX” ocupaba toda la parte lateral de lo que algún día fue la sala de estar de la casa.

Llegué a la hora del almuerzo y Emma, la trabajadora sexual, quien había acordado darme la entrevista preguntó: “¿Le molesta si almorzamos mientras hacemos la entrevista?”, no tuve objeción. Hasta ese momento había logrado contabilizar unas seis mujeres en la sede sindical.

SITRASEXGUA

Algunos creen que sus razones para organizarse fueron estrictamente relacionadas con su trabajo. “Uso obligado del condón, tarifas mínimas, horarios de trabajo o incluso prestaciones”, pero no fue así.




“El uso del condón, es un prejuicio social, no abogamos por uso del condón, todos deberíamos utilizarlo por nuestra salud”. Samantha

Samantha, una veterana del negocio, y la dueña de los dos chihuahuas, asegura que el principal motivo de constituirse como sindicato son los beneficios políticos gremiales que se tienen. “Entre estos figuran la reivindicación laboral y crear trabajadoras sexuales posicionadas políticamente, un verdadero liderazgo para las trabajadoras”.

Dedicadas a la profesión más antigua del mundo, las 35 afiliadas al Sindicato de Trabajadoras Sexuales Autónomas de Guatemala SITRASEXGUA sostienen su organización. Cada una aporta Q25 mensuales y Q20 de cuota extraordinaria, además de atender y ofrecer capacitaciones a nuevas reclutas en bares, casas cerradas y donde trabajen “las compañeras”.




Mientras realizamos la entrevista, al fondo del salón suena un teléfono, una voz dice “apúrese que se le va enfriar la mojarra, ella está con un señor y luego le atiende”. Samantha eleva la voz y pone de manifiesto que otro de los objetivos de SITRASEXGUA es contribuir al seguro social y lograr con esto una jubilación, así como los otros beneficios inherentes al pago.

Orgullosa, Samantha dice que uno de los principales logros de su organización es que a instancias de Gobierno ya se habla de trabajo sexual y derechos laborales. “No somos solo una vagina con piernas, demandamos salud integral y la representación gremial viene a empujar el trabajo reivindicativo de nuestra profesión”.

Además, su oficio tiene otro nombre, ya no se refieren a ellas como prostitutas, “ahora somos trabajadoras del sexo”.

Diez camas y comida

Luego que se disipara el olor al almuerzo y con los chihuahuas en el jardín, Samantha y Emma me hacen una petición. “¿Quiere ver algo?”.




A ambas les daría mucho gusto que yo conociera algo y les ayudara. “Pues sí con mucho gusto”, respondí.

Véngase.

Al final del corredor, unas escaleras llevaban al segundo nivel. Un poco confundido y sin saber qué pensar, llegué al último descanso.

El segundo nivel del inmueble, lo conformaban un pequeño salón y cuatro puertas flanqueaban una mesa redonda con igual número de sillas.

Samantha abrió una de las puertas y dos literas se asomaban. Mi primera impresión fue “aquí es donde las chicas trabajan”.

Pero no, Samantha me compartió que, para ayudar a sostener al sindicato, este opera un hostal en el segundo nivel.

Diez camas, un comedor y una sala de TV son las amenidades que estas ofrecen a sus clientes.

Por US$15 la noche, los huéspedes pueden disfrutar de Wifi, sala comunal con pantalla OLED. Pero si el alquiler es en grupo la tarifa sube a US$20, con el “plus” que se puede usar la lavadora.




Además, del negocio de la hostelería, las 34 compañeras de Samantha tienen un servicio de catering. Atienden fiestas de boda, cumpleaños, bautizos y cualquier evento que el cliente solicite.

Hoy, Samantha, Emma y sus 33 compañeras sindicales son la segunda organización de su tipo en América Latina, pues en Colombia ya funciona una agrupación similar. De lunes a viernes, a mediodía, trabajan en pro de las trabajadoras sexuales de Guatemala, pero llegadas las 4 de la tarde cada una se vuelve a su pueblo a ganarse la vida como mejor sabe.

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