¡No quiero ser vecino de las putas! imagen

Mientras los residentes la abandonan en bandadas, las prostitutas se han fincado en el sector.

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Un 70 por ciento de sus residentes la han abandonado, la dejaron a merced de las prostitutas, drogas y negocios de licor. Hoy, detrás de rótulos y señales luminosas aún se deja ver un pequeño esbozo de lo que fue una de las zonas residenciales más apetecidas de la cuidad.




Cada semana, los que no la han abandonado, denuncian en los medios de comunicación la violencia, escándalos y delincuencia que se vive en la zona 9. Juan Matute, se dedica a bienes y raíces desde hace 25 años y asegura que: 

“Pocos quieren y pueden vivir en el sector, ya malogrado como área residencial, muchos dicen: ‘no quiero ser vecino de las putas’”.

El distrito rojo solapado

Los sitios de alterne y comercio sexual han proliferado en la zona 9, algunos lo hacen abiertamente y sin ningún empacho. Otros, en cambio, han dejado que la hiedra disfrace la vocación que ahora se le da al inmueble, “una casa cerrada”.

Las denuncias de los vecinos no cesan, cada semana las quejas de quienes tienen que lidiar con el ruido, las riñas, las trabajadoras sexuales en la calle y el comercio de drogas, se materializan en los diarios. Verdad de Medina, propietaria de varios inmuebles en el sector, ha visto cómo potenciales arrendatarios se asustan ante la falta de atención que hay para el sector.




“Estaba por alquilar una casa, la noche antes de llevar al interesado, un grupo de mareros hizo pintas en la pared y el cliente se asustó y se fue”.

Otros, en cambio, ven cómo los prostíbulos han copado cuadras enteras. “Los que van de putas se parquean en la calle y ni les importa si tapan la entrada de una casa”, relata un vecino de Platinium.

Erick Morales ha denunciado cómo los negocios del sexo intentan obligarle a vender su propiedad para ampliar sus locales. “Nos intimidan, insultan, atormentan, todo con el fin de que les vendamos la casa o el terreno del jardín”.

El coreano trajo putas

Proliferación de prostíbulos en la zona 9 tiene una razón muy particular. Obedece a una extraña simbiosis de renta, venta y sexo.

Clemencia se mudó de la zona 9, hace 10 años, dejó su casa familiar por un apartamento en la Avenida de las Américas. “Ya con 80 años, una casa es demasiado para uno y quería complicarme menos”.

Un empresario coreano ofreció pagarle los Q12 mil de renta que Clemencia pretendía. Meses más tarde el trato estaba hecho.

Pero fue una tarde de julio, que la octogenaria decidió hacer una revisión de su inmueble y se llevó la sorpresa de su vida. “Entré a la propiedad y el jardín estaba cubierto con piedrín, además las paredes de la casa pintadas con morado y negro”.

Al principio, Clemencia pensó que el mal gusto del asiático era parte del cambio radical a su vivienda. Sin embargo, al cruzar el foyer se topó con un grupo de jóvenes que descansaban en sillones forrados con terciopelo negro.

“Sí, eran putas y estaban en mi casa, la casa donde yo crecí y la que le alquilé al coreano para poner un restaurante”.

De inmediato, salió del lugar y llamó al inquilino y le pidió que le entregara la casa. Pero, el litigio tomó dos años y cuando finalmente se fue el asiático, Clemencia decidió vender la propiedad, que hoy funciona como un parqueo.




Así cierra vuelta el negocio del sexo

De acuerdo con Juan, el corredor de bienes y raíces, la zona 9 ha perdido el 70 por ciento de sus residentes. “Hoy, son más negocios de comida, talleres, restaurantes, casinos y casas cerradas las que ocupan el sector”.

Sin embargo, los mercaderes del sexo han encontrado en esta migración una oportunidad para fortalecer sus negocios. “Alquilan locales para que funcione el prostíbulo y rentan apartamentos para que vivan las prostitutas”.

Es una situación de ganar-ganar, asegura Juan. “Las niñas viven cerca del trabajo, salen de casa cuando otros vuelven del mismo y entran cuando la mayoría sale a sus labores”.

No se les ve mucho, sus actividades permanecen ocultas y todo tiene apariencia de un buen vecindario. “Aquí los grandes culpables también son los dueños de estos departamentos, pues como ellas pagan en cash, no hay impuestos y todo va para la bolsa”.

Hoy, a la proliferación de negocios sexuales en zona 9, pareciera que solo la detendrá la terminal, pues más allá no es seguro operar estas casas cerradas. El sector mantiene una alta plusvalía en oferta comercial y poco a poco los residentes la abandonan.

Mientras, las viviendas van quedando vacías, los negocios y las mujeres de la noche fincan su domicilio en el código postal 01009.

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