La ansiedad me hizo creer que me habían disparado imagen

¿Alguna vez has padecido un ataque de ansiedad o pánico? Conoce la historia de María Mercedes y Juan Pablo, dos jóvenes guatemaltecos, que nos cuentan su historia.

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¿Ansiedad? Para muchos un chiste o inventos… para otros (desafortunados) una enfermedad que te cambia la vida. María Mercedes y Juan Pablo, dos jóvenes guatemaltecos de no más de 30 años, son víctimas de ataques de pánico y ansiedad, nos cuentan sus historias:

María Mercedes
Ansiedad: La muerte en vida

Un martes, manejaba en zona 10 rumbo a mi casa, cuando mi mente escuchó un disparo y creí que me había pegado en el abdomen. Mi mundo se detuvo en ese instante. Mi cuerpo se entumeció, sentí asfixiarme, hormigueo y el corazón acelerado. Tuve un pensamiento tras otro en cuestión de segundos. Uno de los más fuertes era sentir que moría y que no quería hacerlo, que ni estaba lista.

Avancé unos metros hasta orillarme y sin apagar el carro me bajé dejando la puerta abierta. Sentía adrenalina, angustia y miedo intenso a morir.




Empecé a levantar los brazos pidiendo ayuda, pero nadie se detuvo. A los segundos apareció un agente de EMETRA y me preguntó si todo estaba bien. Muy alterada le contesté que me habían disparado y le pedí ayuda de forma desesperada. Me vio y me dijo: “Señorita, no está sangrando, no está herida. No le dispararon”.

Levanté mi suéter y confirmé que no tenía absolutamente nada. Empecé a temblar como nunca y a llorar sin parar. Acababa de sufrir mi primer ataque de pánico.

El sonido que escuché y que mi mente confundió con un disparo, por más absurdo que parezca, fue el del escape de una moto. Hoy, sé que esta motocicleta fue solo el detonante de algo más profundo que debía sanar en mi interior. Dos ataques más en los siguientes días me hicieron ir al psiquiatra y empezar el tratamiento para matar mi ansiedad.

Estuve seis meses medicada y el proceso fue largo. Al principio es difícil porque siempre se tiene miedo, angustia, incertidumbre e incluso pavor a que vuelva a ocurrir otro ataque de pánico. La desesperación por mejorar y tener una vida normal es inmensa. Cada terapia psicológica me ayudó y aunque cada día era un reto, aprendí a valorar las pequeñas cosas de la vida.

Un ataque de pánico es miedo intenso y yo descubrí qué era eso que me causaba miedo. Además, me di cuenta que al final, todo estaba en mi mente. Hoy, puedo decir, gracias a Dios, llevo dos años sin tener un ataque de pánico. Es una lucha de todos los días porque la ansiedad puede atacar en cualquier momento, llega sin avisar, pero lo que ella no sabe es que si vuelve, no la voy a dejar ganar.

Es más común de lo que parece o se escucha, pero muchas personas sufren ansiedad y otras, ataques de pánico sin saberlo. Incluso, piensan que les está dando un ataque al corazón o un derrame, o que padecen una enfermedad grave y se hacen exámenes médicos sin encontrar respuestas.

Durante un año, no pude siquiera contar esta experiencia, pero hoy, luego de haberlo hecho públicamente, si me preguntan qué decirle a alguien que sufre ansiedad, mi respuesta sería que no está solo y no es al primero que le pasa esto. Que busque ayuda. Que encuentre tiempo para sí y disfrutar todo lo que esta magnífica vida tiene por ofrecer. Sobre todo, que la ansiedad no es más fuerte.

Juan Pablo
Algo no está bien con mi cuerpo

Lo más difícil de vivir con ansiedad es que cuando esta enfermedad ataca, uno no sabe ni siquiera qué es. Empecé a sentir pequeños ataques provocados por miedo hace siete años, ataques que confundí con nervios, estrés, incluso pensé que mi cuerpo ya estaba pasando la factura por malos hábitos. No fue hasta un domingo por la noche que descubrí que algo serio estaba pasando.

Ese fin de semana estuve de fiesta, lo que ocasionó que mis nervios se alteraran y mi cuerpo se predispusiera a sufrir lo que ahora conozco como un ataque de ansiedad. Recuerdo que, sin previo aviso, empecé a sentir que me asfixiaba, no podía respirar, los pensamientos de que algo estaba mal con mi cuerpo invadían mi mente, me hiperventilé, la presión en el pecho era intensa y creí estar a punto de sufrir un infarto. Era incapaz de pensar, sentía que mi vida estaba a punto de acabar. El miedo se apoderó de mí.




Intenté respirar y como pude tome las llaves del carro y me fui al hospital. Recuerdo haberle dicho a los médicos que estaba a punto de sufrir un infarto, que no podía respirar. Anhelaba que alguien me auxiliara. El protocolo de evaluación y diagnóstico comenzó. Para mientras, estaba siendo constantemente invadido por los pensamientos más oscuros que solo empeoraban la situación “mi cuerpo está fallando”, “algo está mal con él”, repetía.

Al cabo de un corto tiempo los doctores me diagnosticaron un cuadro ansioso. Me pareció absurdo, lo que yo había sentido era real. El infarto, mi cuerpo fallando, la asfixia, todo se sintió intensamente… como si hubiera pasado en realidad.

Finalmente, decidí tratar la ansiedad. Con la ayuda idónea uno descubre que la ansiedad es provocada por miedos que se apoderan de uno al punto de hacernos creer que todo va mal. Así que el primer paso fue enfrentar el miedo. Desde terapia psicológica, hasta hacer ejercicio, comer sano, medir las parrandas, fueron algunos de las medidas que tuve que implementar en mi vida.

¿Qué le diría a alguien que vive con ansiedad? Que es un proceso difícil, pero lo importante es aprender a controlar nuestras emociones y entender que aunque queramos no tenemos el control de todo. ¿Mi consejo para tratar la ansiedad? Liberarlo todo por medio de ejercicio, sudar los problemas y los miedos. Comer sano, ayudar al cuerpo a que se sienta y esté bien. 

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