Él era un ladrón y a los 15 años fui su víctima imagen

No podía decir nada porque era la felicidad de mi mamá, pero lo que pasó esa fecha marcó mi vida.

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Apenas cumplía 7 años, cuando mi mamá me presentó a su nuevo novio, nunca antes lo había visto y como todo niño lo nuevo nos causa curiosidad, en ese entonces vivíamos en un barrio pequeño. “El nuevo papá” era la novedad de todos, era gentil, siempre nos sonreía y todo lo que pidiéramos nos lo daba, íbamos a comer frecuentemente y nunca faltaban las flores rojas para mi mamá.

Al principio, todo pintaba bien, él hacía feliz a mi mamá y en parte a nosotras también, pocos años después nos mudamos de casa y él se unió a nosotros, para ese entonces yo tenía 10 años. Aunque sus detalles con nosotras ya no eran tan frecuentes seguía siendo buena onda.

Pero, como todas las cosas, con el tiempo empezó a cambiar su actitud, mi hermana y yo empezamos en un nuevo colegio y ambiente, a mí me llegó lo que llamamos la etapa de la madurez, en la cual como dicen, pasas de ser niña a una adolescente, mis cambios iniciaron a los 14 años no solo físicos sino también emocionales. Aunque yo me rehusaba a dejar de ser niña, y de saber que ya no podría hacer fila para recoger una sorpresa de dulces en las piñatas, el cambio no era opcional.

Los 15 años son para todas el cuento de hadas perfecto, para mí es algo que no quiero recordar, todo empezó un jueves por la tarde, mientras mi hermana jugaba con nuestra mascota yo tomaba una ducha, salí y esa fue la primera vez. Sentí su mano helada sobre mis piernas y no sabía qué hacer más que salir corriendo y encerrarme en mi cuarto, no dije nada y lo dejé pasar.

La segunda fue mucho peor, estaba preparándome para ir a mis clases de teatro, cuando me tomó por la espalda, me lanzó sobre la cama, besó mis labios, de una manera que lo único que provocó fue el llanto y repulsión, me acariciaba de manera extraña, me decía que lo hacía porque me quería.

Hasta ese momento, estaba tratando de asimilar lo que pasaba y me preguntaba si realmente era por cariño o es que había algo más. ¿Por qué a mi hermana no la trataba así? No le podía decir a mi mamá que él hacía visitas muy frecuentes a mi cuarto y que tenía que poner doble llave al baño para que no entrara, cómo enfrentarla y decirle lo que está pasando.




Ese tipo de abusos fueron recurrentes, besos forzados en los labios, forcejeos, caricias en mi cuerpo, mi ánimo no era el mejor, no sabía lo que pasaba solo quería encerrarme en mi cuarto y rayar el piso con crayones. La preparación de la fiesta de mis 15 eran solo un reclamo del porqué había crecido, por qué me lastimaba de esa manera si al principio era buena persona.

A tan solo una semana de la fiesta pasó lo peor, recién terminábamos de almorzar, estaba lavando los platos y mi hermana había salido a comprar, todo fue en cuestión de minutos. Él cortaba la grama, de repente entró, me tomó por la espalda y empezó nuevamente con sus frases de: “Cómo has crecido y te estás poniendo muy linda”, por primera vez grité y le dije que me dejará en paz o le diría a mi mamá. Su respuesta me asustó un poco más porque me dijo que ella jamás me creería por el simple hecho que él la hacía feliz.

Cerró la puerta con llave, me agarró tan fuerte que mis brazos quedaron marcados, no tenía fuerzas para quitármelo de encima y empecé a gritar para que alguien me ayudara, fue inútil él hizo de las suyas, me besó, abusó de mí físicamente. Mi perro empezó a ladrar y no sé cómo logró entrar a donde estábamos, intentó morderlo para salvarme y lo logró por unos minutos. Luego que corrí, mi padrastro me atrapó de nuevo y como no me dejé me hirió con las tijeras de podar en mi brazo, esa escena fue inolvidable porque justo en ese momento mi hermana lo vio todo.




Llegó la ambulancia y yo no sentía ese dolor tanto como el de mi corazón, el colmo fue que cuando mi mamá me preguntó lo que había pasado no tuve el valor de contarle, porque hasta cierto punto él tenía razón y ella no merecía esa noticia. Nunca se lo dije, simplemente me alejé, me volví una persona solitaria y melancólica pues no tenía otra opción. ¿Qué más podía hacer? En mi defensa solo tenía 15 años y no tenía conocimiento de cómo manejar la situación, claro años después fui al psicólogo y pude curar esas heridas.

Esa es la razón por la que para mí esa etapa solo es un pasado que quiero olvidar. ¿Cómo te sentirías si te arrebatan algo tan valioso? Que te lo roben y lo tomen de ti sin permiso. Hay personas que marcan tu vida para siempre, él fue una de ellas, pero no por su supuesta bondad sino más bien por esconderse detrás de una máscara frente a los demás y dejarme frente a las personas como una niña loca que todo lo confunde.

Él dejó sus abusos tras la muerte de mi tía, la única que supo, ahora la relación entre ambos no pasa de ser cortés y darle un apretón de manos. ¿Qué si lo perdoné? Sí, pero perdonar no significa olvidar, las cicatrices te recuerdan los dolores que ya no sientes, pero que marcaron tu vida. 

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