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Adrián es un típico guatemalteco que trabaja en un Call Center en la ciudad, él es el hijo menor de una familia de 3 hermanas, pero algo no lo hacía feliz.

Siempre le gustaron las cosas femeninas, maquillarse, ponerse vestidos de sus hermanas, lucir tacones, pero lo que más le encantaba eran otros niños, sin embargo, esto lo mantenía en secreto.

La historia de sufrimiento inició cuando apenas tenía 8 años, su mamá lo descubrió pintándose los labios y rápido lo jaló del pelo y con un pedazo de papel de baño le quitó el labial.
La madre le dijo:
¿Adrián qué pasaría si te encuentra tu papá? Seguro te hubiera sacado lo “hueco” a puros pijasos.

El niño en aquel entonces lloró desconsolado, sus hermanas se quedaron calladas, solo lo abrazaron hasta que se quedó dormido.




Oculto por casi 8 años que le gustaban los hombres.

Un día una amiga de él se le declaró y le pidió que fueran novios, él para callar los rumores que se decían, aceptó.

Cada vez que la besaba, por su cabeza pasaba la imagen de otra persona, de su amigo Raúl, de quien secretamente estaba enamorado. Cuando salía a pasear con ella, solo esperaba que alguien conocido lo viera para que dejaran de decirle marica.

Un día, cuando Adrián tenía 19 años y su novia 18, ella le dijo que era el momento de hacer el amor porque lo deseaba.

Llegaron a un motel en el carro de Adrián, decidieron entrar a la habitación y empezaron a besarse, cada vez con más intensidad. Pero a él no le dieron ganas de hacerle el amor.

Cuando estaban a punto de cometer el acto sexual, la novia de Adrián se dio cuenta que él no tenía ni la más mínima gana y sin titubear le preguntó: “¿Adrián eres homosexual?”. Él solo empezó a llorar y le dijo que lo sentía mucho, pero que estaba enamorado de otra persona y era nada menos que de Raúl, un amigo de ambos.

La novia le dijo que era mejor que terminaran y que él solucionara los problemas de su vida.

Así pasaron los años y empezó a tener parejas del mismo sexo, nada formal si no únicamente relaciones casuales.

Cuando Adrián tenía 25 años su papá enfermó gravemente y murió. Según él esto fue el empuje para darle fuerza para “salir del clóset”.

Cuando su papá tenía 6 meses de haber muerto, decidió hablar con su mamá, para dejar las cosas claras. Le dijo:

Mamá desde pequeño me gustan los hombres y creo que ya lo sabías, pero no lo aceptabas.

Su madre con tristeza lo vio y le dijo:
“Ya lo sabía, pero es duro mijo, yo te amo y te apoyo, pero dame tiempo”.

Un día Adrián se cansó de aparentar algo que no era y decidió vestirse de mujer.

Compró una peluca, unos zapatos de tacón, un labial rojo y un vestido color morado de lentejuelas.

Llegó a su casa y poco a poco se fue quitando la camisa, el pantalón, los calcetines y el bóxer, quedó desnudo y decidió ducharse.

Adentro del baño se rasuró las piernas, las axilas, la barba, se depiló las cejas y empezó a vestirse.

Comenzó poniéndose un calzón rosado, un sostén color piel y se colocó unas medias, todo lo tenía guardado desde que tenía 23 años.

Se colocó frente al espejo y se puso los tacones, observó cada parte de su cuerpo, hasta que decidió ponerse el vestido morado, que le llegaba poco más arriba de las rodillas y vio su figura, nunca antes le había gustado tanto estar frente al espejo.

Llegó el momento de colocarse la peluca, era castaña y le colgaba hasta los glúteos, así pudo verse por fin como se sentía, completamente mujer”.




Las lágrimas rodaron por sus mejillas, pero eran de felicidad y orgullo al verse tan hermosa.

Estuvo así todo el día arreglado, pero encerrado en su casa.

Adrián empezó a vestir cada vez más seguido de mujer hasta que a mediados de este año, cuando él tenía 28 años, decidió que se vestiría a diario de esta manera. 

El proceso fue duro, muchos de sus amigos decidieron alejarse porque no les parecía que él cambiara de esa forma.

Otros amigos lo apoyaron e incluso le hacían bromas como “te ves mejor así”, “estás más guapa que antes”, “te ves muy femenina”.

Sin embargo, vestirse a diario como mujer en Guatemala es duro. Adrián llega vestido así a un banco, pero al momento de entregar su DPI es hombre.

Día a día, Adrián se enfrenta a una sociedad que critica duramente las preferencias sexuales diferentes.

Adrián lleva 2 meses vistiendo a diario como mujer, que no ha sido fácil, pero son los días más felices de su vida. 




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