Ella no sabe leer ni escribir, pero es una chef imagen

Nunca tuvo acceso a la educación por una ideología machista, pero consiguió que su sueño se cumpliera.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Todos los días la veía sonriente y esmerada en lo que hacía, corriendo de un lado a otro con pesadas bolsas del mercado y una larga lista de compras. Ella tiene dos hijas, a quienes ha dedicado su vida entera y sus horarios de trabajo fuertes y desgastantes. Siempre que paso frente a su casa huele increíble.

Un día de estos, me invitó a su casa, porque había olvidado mis llaves, cuando entré lo primero que vi fue una foto pegada a la pared de ella con sus hijas, sobra decir que es madre soltera. Vi, además, un par de reconocimientos y un trofeo de un concurso de mariscos que había ganado, es una extraordinaria chef. Y ese día que me quedé probé una de las mejores cenas de mi vida.

Me sorprendió cuando recibió una llamada y me pidió ayuda para apuntar una dirección, primero creí que era porque estaba ocupada con los platos, pero me impresionó aún más cuando dijo que ella no podía leer ni escribir ¡Sin palabras! Pues siendo honestos no lo aparentaba.

La historia, detrás de todo ello, es muy conmovedora. Es originaria de San Marcos, quedó huérfana cuando tenía solo 12 años, es la penúltima de 7 hermanas y todas ellas con una vida casi resuelta, pues ya se habían casado o por lo menos comprometido. Jamás fue a la escuela, porque sus papás creían que las mujeres habían nacido solo para ser amas de casa y cuidar de los hijos. Las mujeres de la familia jamás tuvieron acceso a la educación y la situación empeoró cuando su papá murió en manos de la guerrilla, además su mamá, pocos años después, a causa de una enfermedad y por la falta de medicina.

A los 17 años migró a la ciudad con una maleta de ropa vieja y muchos sueños que quería realizar. Siempre había visto en la televisión esos grandes banquetes que preparan para las bodas y cómo los chef convertían un par de verduras en obras magníficas. Claro, ellos podían leer y escribir y ella no. Una de las frases que Francisca repetía constantemente era: “Es como caminar con los ojos vendados, ver todas esas letras y no poder leerlas”.




Cuando recién llegó a la ciudad fue muy difícil encontrar trabajo por sus limitaciones y su inexperiencia, por fin el primer lugar que encontró fue una cafetería de comida china en la zona 1, donde laboró en la limpieza y lavado de trastos. Ella siempre observaba como ese hombre pequeño y chino preparaba los alimentos y cortaba de manera muy rápida. Cuenta que su primera oportunidad la obtuvo cuando el chef se cortó un dedo y necesitaba que alguien picara todas las verduras, ella lo hizo y con mucho éxito, fue así como poco a poco se inmiscuyó más en ese mundo que no tenía fin.

La cafetería quebró por una crisis económica y tuvo que volver a empezar, de nuevo eran sus limitaciones las que no le permitían ingresar a un buen lugar ni mucho menos aspirar a un buen sueldo. Tuvo pequeños empleos como limpiar en discotecas, lavar trastos, preparar refacciones o incluso vender pequeñas porciones de comida por las tardes.

Intentó aprender a leer y escribir, pero consiguió un empleo que parecía ayudarle, empezó como todos siendo asistente de chef con horarios de infarto y un sueldo que apenas le alcanzaba para pagar la renta y pasajes diarios. De cómo nacieron sus hijas es otro tema y otra historia que de la misma manera es sorprendente.




Su trabajo impecable y detallado alimentaban sus sueños. Su oportunidad llegó cuando por primera vez la dejaron preparar un plato, un delicioso filete de pescado con salsa de tamarindo para su jefe y ¡funcionó¡ La promovieron a chef principal de uno de los mejores restaurantes de mariscos de Guatemala, trabajó ahí durante 3 años.

Son muchos los reconocimientos que ha obtenido, muchos empleos también, como ella menciona ha cumplido varias de sus metas como servir grandes banquetes a las familias más importantes del país, tener gente a su cargo y preparar cientos de platillos. Cada año se propone un nuevo reto culinario, ahora tiene un restaurante propio en San Bartolomé, Milpas Altas. Su última hazaña fue una especialización de ensaladas, asimismo sabe cocinar más de 100 (no sabía que existían tantos tipos de ensalada).

La lección de vida es que no hay excusas para lograr los sueños, ella ahora es su propia jefa y su pasión es igual que cuando empezó. Su nombre es Francisca y es una chef empírica.

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