El viaje de dos hermanos migrantes, un anhelo que nunca se cumplió II imagen

La hermana menor intenta unir a la familia, siguiendo la voluntad de su mamá, quien falleció.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Desde niños se acostumbraron a trabajar, como hombres. En lugar de ir a la escuela a estudiar, aprender, jugar con otros menores; su cuerpo y mente se adaptó a largas jornadas de trabajo, bajo un calor insoportable, en una bananera, cercana a Nueva Concepción, Escuintla, de donde son originarios.

El abandono de su padre les afectó, al punto que uno de ellos solo trabajaba para mantener la adicción que tenía por las bebidas alcohólicas.

Con 16 años, Omar y con 14 Melvin, decidieron migrar a Estados Unidos, por sus propios medios, para hacer realidad “el sueño americano”. Sin imaginar los riesgos, dejaron atrás todo lo vivido, con la única ilusión de trabajar como estaban acostumbrados y sacar adelante a su familia.

Transcurría 1999, cuando decidieron hacerlo por primera vez. Era tan insoportable vivir con limitaciones, pobreza y sufrimiento, que terminaron de convencerse con las anécdotas de quienes habían triunfado y era notoria su mejoría económica al ver “buenos carros” y la “construcción de casas” donde antes había champas.

A puro jalón avanzaron, amparados por manos amigas de desconocidos que no faltaron para darles de comer, beber y donde descansar.

Fue así como también empezó el sufrimiento de Edilberta Najarro, madre de los dos. La angustia que sentía al no saber nada de ellos hizo que recorriera toda la Nueva Concepción, en busca de ambos y que pusiera una denuncia ante las autoridades por la desaparición..

Conforme corría los meses, la angustia pasó a ser agonía por la desaparición de los menores, hasta que llegó la noticia de su captura en México. Al fin tenía noticias de ellos, y por ironías de la vida ese fue el momento en que se separaron, para tomar cada uno su camino. A Melvin, lo fue a traer su madre donde estaba detenido y de Omar se desconocía el paradero.

Para el menor de los Franco y su familia todo volvió a como antes. Regresaron las extensas jornadas de trabajo cortando caña y otras actividades campesinas, también regresó la adicción por las cervezas, los tragos y al cumplir la mayoría de edad dejó su casa para vivir solo.

Sin embargo, aún dependía de su mamá, que un día sí y uno no, le llevaba ropa limpia y comida, a un cuarto que alquilaba en la calle Costa Rica, cerca del mercado.

Después de su deportación, lo intentó otras dos veces, con el mismo resultado, parecía que su destino ya estaba marcado, para no dejar a su familia, no abandonar “La Nueva” y esperar con paciencia una buena oportunidad que le permitiera cambiar su vida.

La cuarta es la vencida

Es un dicho popular, que “la tercera es la vencida”, para Melvin, según su familia hubo una cuarta. Nunca se dio por vencido e intentó llegar “mojado” a los Estados Unidos, una vez más. De la noche a la mañana desapareció un 8 de enero de 2009, como lo había hecho junto con Omar, diez años atrás y otra vez su familia dejó de saber de ellos por mucho tiempo.

De eso, ya pasaron 8 años y aún no hay noticias de él. Edilberta Najarro su progenitora, lo buscó hasta su último aliento, cuando falleció hace 7 años, por cáncer de seno.

También dio su vida por encontrar a Omar, desaparecido 18 años atrás, al que nunca volvió a ver y a hablar. “Todos los días lloró por sus primeros hijos hombres, nunca soportó perderlos, acostumbrarse a vivir pensando que se fueron a Estados Unidos y que algún día la iban a buscar, pasaron los días, semanas, meses, años y no supo de ellos.

Su último aliento, fue la fortaleza de Guadalupe Franco, la menor de sus hijas, que tenía 4 años, en 1999, la que se dio a la tarea de buscar a sus dos hermanos desparecidos, de quienes guarda difusos recuerdos, con lo que fue posible escribir este relato.

Entre ellos, una fotografía de Omar, con la que la organización Migrantes no Identificados, lo pudo localizar en mayo de este año, en tierras aztecas, con una cicatriz muy visible en la parte posterior del cráneo. Sin saber quién es, cómo llegó donde está, algo de su familia, amigos o del hermano con el que emprendió el viaje que los marcó siendo unos “dreamers”.



Con esta foto se localizó a Omar en México, desaparecido hace 18 años, cuando intentó llegar a Estados Unidos 

Omar superó la amnesia y pudo hacer su vida en México, tiene una familia y trabaja como lo hizo su padre en un rancho ganadero. “Quedó muy sorprendido cuando lo contactaron y le indicaron que era de Guatemala, que su hermana menor los ha buscado desde antes que su mamá muriera”.

Guadalupe aún no sabe el paradero de Melvin y sin su fotografía es muy difícil encontrarlo. Con su apariencia sencilla y mirada muy profunda de ojos negros, asegura que “tarde o temprano va dar con su hermano y solo así su “amada madre” tendrá paz.

Este relato es el reflejo de muchas historias que se viven en la toda región, donde familias enteras se desintegran para buscar mejores condiciones de vida en Estados Unidos. Se van huyendo de la pobreza, violencia, narcotráfico y crimen organizado.

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