El “Santo Perdido” en La Antigua, ¿el mejor after-party clandestino? imagen

Un after-party en La Antigua al que se refieren como “La Piscina” o “El Santo Perdido”, conoce todos los detalles aquí.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Mi nombre es Isabel y soy de esas chavas a las que les gusta parrandear en La Antigua, de ser posible, todos los sábados. No fue hasta hace poco que descubrí la “otra cara” de las fiestas en la ciudad colonial. Una cara donde el alcohol y los extranjeros guapos no son precisamente lo más interesante de la noche. Una en  donde las drogas, la música electrónica y la gente convierten en singular a este after-party.



Foto de Isabel durante su primera visita al after party de La Piscina

Para algunos el after-party en “El Santo Perdido” o “La Piscina”, como se le conoce,  aún es desconocido.  Para muchos otros este oscila entre la mejor o peor experiencia de sus vidas. Quienes han ido saben que, a pesar de su nombre, el after de “santo” no tiene absolutamente nada…

¿Lo normal en la Antigua? Las Vibras, Lucky Rabbit, Lava, Reillys, los lugares que más visitamos junto con mis amigos cada sábado. En estos lugares todo es alegría, felicidad, tragos, extranjeros y buena música. Pero todo esto dura hasta que llega la 01:00 a.m., en donde como buenas Cenicientas y, por respeto a la ley, debemos abandonar el lugar y retornar a casa.

Claro, que a quién le gusta la parranda, sabe que a la 1:00 a.m., ir a casa a dormir está en la última casilla de sus preferencias.  Junto a mis amigos éramos de esa mara que iba a La Antigua y literal, a a esa hora paraba la fiesta, pues ¿qué más quedaba por hacer?

PERO…

Todo cambió cuando descubrimos “la fiesta en la piscina” nombre que adoptó por ser literalmente una fiesta en un estanque vacío y abandonado. A eso de la 01:00-01:30 a.m., se ven varios shuttles ofreciendo jalón al “after” en donde se suben extranjeros, que quieren seguir la fiesta, porque en el caso de los guatemaltecos, se lleva carro. A unos 20-25 minutos del centro de la Antigua, se encuentra el “Santo Perdido”.

El camino tan tétrico como el mismo after-party. Llegar al “Santo Perdido” te lleva por las calles más oscuras, de esas que parecen eternas. La oscuridad acaba cuando te acercas a la entrada de la fiesta pues se colocan señales de fuego que sirven para identificar que “ya estás cerca del lugar”

Con un parqueo amplio y oscuro, dejas el carro con cuidadores que con linternas indican en dónde debes dejar el carro y en ocasiones te acompañan hasta la entrada. El after-party, aunque es “underground” jala gente pues siempre hay cola. Mientras esperas entrar, todos buscan dinero entre los bolsillos para ajustar al pago del cover, que equivale a Q30.00 por persona… sin derecho a nada, pero todos los que deseamos entrar lo pagamos.



FOTO TOMADA DJ JAAW

¿CÓMO ES EL AMBIENTE?

Para un guatemalteco que entiende fiesta como alcohol, quizás marihuana y amigos, el ambiente puede resultar turbio y perturbador, ya que es una fiesta escondida, clandestina, con música electrónica, personas de todo el mundo, sin límites de tiempo ni regulaciones de ningún tipo. 

¿CÓMO FUE MI EXPERIENCIA LA PRIMERA VEZ QUE ENTRÉ A LA PISCINA?

Sentía miedo. Ya había escuchado de este lugar y sabía a lo que iba. Movida por la curiosidad decidí ir y conocer de qué se trataba. Entre miedo y risas nerviosas, pagué mi cover y compré una cerveza (por cierto, el alcohol es carísimo porque es lo que menos se consume). No nos separamos como grupo, porque nos daba miedo perdernos o no saber con qué tipo de personas nos podíamos topar. 

Con la cerveza en la mano, bajamos a “La piscina” en donde estaba el Dj en alto y las personas bailando abajo. No era un baile normal, ni en grupos, ni en parejas. Era uno en donde se movían de manera individual, en “su trip”. Con los ojos cerrados y un movimiento repetitivo, se perdían en su mundo. Volteé a ver y había un grupo de chavos metiéndose coca, al otro lado otros fumando marihuana y después a uno que otro tragando diferentes tipos de píldoras que los “encendían” y los hacían bailar toda la noche.




Es un mundo desconocido. Drogas, drogas y más drogas. Insisto, para el concepto que la mayoría de guatemaltecos tenemos, este after-party resulta escalofriante. Una vez ingresas a “La Piscina” te impacta ver con tus propios ojos que el consumo de drogas (más allá de la marihuana) no solo es un problema en los otros países del mundo, sino también aquí en nuestro país. Es imposible no pensar en qué pasaría si alguien tuviera una sobredosis, o si la policía conociera este lugar, si alguien en su “trip” pueda hacerle daño a otro, o hacia sí mismo. En realidad el temor de estar en un ambiente ajeno a lo que muchos conocemos tradicionalmente como “fiesta” resulta más tenebroso que fascinante.

Pude platicar con algunas personas. Muchas de ellas reconocen que el after-party del “Santo Perdido” resulta una oportunidad para “ser libres”, para “escapar de la realidad un rato”, “dejarse llevar”, todo esto bajo los efectos de la gran variedad de drogas que se venden en este lugar.

Pero si algo bueno puedo llevarme de este lugar, son los increíbles amaneceres con vista al volcán que en él se pueden encontrar… 

Amanecer grabado por Isabel durante su visita a La Piscina


*Una colaboración de: Isabel, seudónimo utilizado por la autora de este Relato para mantener su identidad anónima. 

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