“Tenía una tienda de electrodomésticos, en cinco años que me encargué de mi negocio, fui asaltado 8 veces, una de ellas se llevaron incluso mi automóvil. Era imposible seguir viviendo en Venezuela, sabía que tenía que hacer algo por mi vida, por la de mi hijo y por mi economía familiar, pero tenía miedo al cambio”.
Él es Manuel Bogardo, uno de los tantos venezolanos que han tenido que dejar su país, ante las precarias condiciones derivadas de un sistema que ha mostrado sus deficiencias en todo sentido. Se han cumplido ya más de 100 días de protestas en Venezuela, donde la oposición y el oficialismo han protagonizado una lucha que pareciera no terminar y que ha traído condiciones inimaginables a nivel económico y social.
Pocos son los que tienen las agallas de arriesgar los escasos recursos que les quedan, para luchar por liberar a su país. Otros, como Manuel, son motivados por la necesidad de arribar a otros lugares.
Era el 28 de mayo de 2016 cuando tomó uno de los pasos más importantes de su vida. “Vine a Guatemala con 12 mil dólares en la bolsa, había vendido todas mis pertenencias y tenía la responsabilidad de enviar cierta cantidad a mi hijo. Realmente no estaba seguro de qué es lo que vendría a hacer, ni siquiera tenía pensado un negocio para sobrevivir”. Además, se enfrentaba a las limitaciones que existen en cualquier país por obtener una visa y posterior residencia.
Pasaron 3 meses y volvió a Venezuela por un tiempo, “allá salí con un amigo al que no había visto por mucho tiempo, en lo que caminábamos nos tomamos una cocada, una bebida típica de Venezuela a base de coco y leche entera, en ese momento se iluminó mi mente. Regresé a Guatemala y comencé a preguntar a las personas que ya conocía si sabían qué era la cocada, todos me dijeron que no. Vi la oportunidad de negocio y decidí aventurarme”.
Así nace “CocoBuga”, el sueño de un emprendedor que estaba destinado al éxito. “Comencé a comprar cocos al por mayor, utilizaba la casa de mi tía que llevaba ya mucho tiempo viviendo en Guatemala con su familia y se convirtió en mi taller de trabajo”. Cada vez aumentaba su producción y más usuarios se acercaban a él para conocer sobre el producto. “Y como todo buen emprendedor, busqué optimizar mis recursos. Luego de hacer la cocada siempre me sobraba el agua de coco, por lo que decidí diseñar un envase y comenzar a venderla, además ¿a quién no le gusta el agua de coco?”.
Manuel fue recibido con éxito en los bazares, plazas y centros comerciales, donde brinda sus servicios de jueves a domingo. Además ofrece la presentación para llevar a casa y brinda la opción de catering para fiestas y eventos.
Entérate dónde puedes encontrar a Manuel cada semana aquí:
Este es Manuel, un venezolano que decidió ver más allá y convertirse en un gran emprendedor en Guatemala. Una historia que inspira, que motiva y que muestra que nada es imposible para quien se lo propone y es constante.
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