El escenario estaba listo. Vecinos y fans de Adam Levine se prepararon para lo que sería una noche inolvidable. Mientras, unos toparon la tarjeta para pagar el costo de atender al concierto del año, otros la usarían para pagar hoteles o cenas mientras durara la actividad.
Lo cierto es que la cancelación del concierto de Maroon 5 dejó a muchos con mal sabor de boca. Fuera la inestabilidad política que vive Guatemala o la recomendación de la Embajada de los Estados Unidos, lo cierto es que los grandes ganadores de esto fueron los vecinos de la zona 16.
Así se prepararon los vecinos
Hoy, pudo ser Maroon 5, pero en zona 16 da lo mismo si fuera J Balvin o Los Tucanes de Tijuana. La rutina es ya muy conocida por los vecinos, congestionamiento, revendedores de entradas, ventas de cerveza, comida ambulante y carros estacionados a ambos lados de la calle.
Lo que a algunos les excita y prometía ser una velada inolvidable, para otros se perfilaba como otra noche de ruido, caos y excesos. Algunos residentes de la zona 16 se alistaron para abandonar sus viviendas y molestar a familiares o bien hospedarse en hoteles para evitar las molestias que el mega concierto traería.
Ana, vive al otro lado del barranco de explanada Cardales, durante varios días vio cómo el monumental escenario de la banda estadounidense se elevaba por encima de los árboles que bordean el accidente geográfico. “Una vez más había que prepararse para el ruido y llevarse a los niños para que pudieran dormir”.
Sus pequeños de 5 y 6 años salen al colegio todas las mañanas a las 6 a.m., por lo que deben acostarse a dormir a las 7 p.m. “En otras oportunidades, cuando hay concierto, el ruido es tal que mis hijos no logran dormir y se levantan sin descanso para ir a estudiar”.
Otros, como Edgar y su familia aseguran que el ruido es tal que deben salir a cenar o visitar amigos mientras duran los conciertos. “Es bueno que la gente se divierta, pero cuando hay estas actividades nosotros no podemos descansar”.
Y no es para menos, el barranco y el eco de la música que resuena, convierte las melodías en sonidos confusos, que lejos de entretener aturden. Para Ana es una pena, pues “ni siquiera disfrutamos de los cantantes y su música, solo se escucha un retumbo sin coherencia”.
La familia de Juan Carlos le da un enfoque más práctico al asunto y así evitan las molestias que estos conciertos traen. “Con mi esposa y mis tres hijos nos vamos a quedar a un hotel y así se resuelve el asunto”.
Los niños duermen bien, su esposa no se preocupa por la cena y él evita las molestias a su núcleo familiar.
Con los colochos hechos
Mientras unos se mentalizaban sobre los inconvenientes que los conciertos en Explanada Cardales traen, otros sacarían provecho de la situación. Desde lo alto hubieran sido testigos del movimiento de personas, autos y la euforia que Levine y sus compañeros despiertan en los chapines.
En este lugar, si tienes la edad correcta, el contacto y eres amante del bullicio ya la hiciste. Se trata del condominio vertical más apetecido del sector, para vivir y visitar.
Maribel, vecina del edificio Viú Cayalá, estaba más que feliz con el concierto de esta noche. “Desde el balcón se puede ver el escenario y con mis amigos ya habíamos organizado una fiesta para el concierto”.
Al igual que Maribel, otros vecinos del edificio habrían sacado provecho de la ubicación de sus viviendas. Se organizaron para celebrar, a lo lejos, pero en palco a la banda del momento.
No van a gastar Q4 mil ni Q400, una botella de lo “que quieran tomar, boquitas y la música es gratis”. Hoy, y el 3 de marzo de 2018, el edificio es el lugar ideal para escuchar el concierto y no gastar de más, eso sí “alguien que conozcas tiene que vivir ahí y te debe invitar”.
Miles se quedaron con las ganas de ver los abs de Levine y cantar sus canciones. Otros, en cambio, lograron una noche más de sueño y ven el sábado 3 de marzo como una fecha muy lejana.