Así mató el reguetón al Centro Histórico imagen

Durante 100 años se ha mantenido en pie, pero hoy grito a grito va perdiendo la batalla contra el reguetón.

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“Britany, Kevin está borracho y vomitó en la banqueta, el taxi ya se va, apurate”. “Sheila, dice la Janet que no se metió con Brandon, que son pajas”, son algunas de las frases que hoy resuenan en los muros de 100 años.

Sus paredes y ventanas han visto caer presidentes, manifestaciones, movimientos sociales, represión, violencia y a la ciudad crecer. Es también el lugar donde algunos se enamoraron y se juraron amor eterno.

Durante 100 años se ha mantenido en pie, pero hoy grito a grito va perdiendo la batalla contra el reguetón.

Sábado por la noche, y lo que antes fuera un espacio bohemio, se ha convertido en un ring de lucha. Una violenta y ruidosa, donde los bajos de cada antro compiten por llevar el volumen más alto, para atraer la mayor cantidad de jóvenes.




Ojalá ya no suena igual, la letra del maestro de la trova se ahoga entre los bajos de Ozuna, J Balvin, Nicky Jam y otros cientos.

Como un cáncer, el género musical, favorito entre los de menor edad, ha transformado el espacio. Jóvenes alcoholizados, riñas y ventas de carnitas son la constante.

Ya pocos se atreven a adentrarse en un lugar lleno de historia y tradición.

Pero dos sitios se mantienen en pie de guerra, La Luna y Las Cien Puertas se niegan a caer sometidas. Noche a noche, la música del “recuerdo” va perdiendo fuerza y se ahoga entre los gritos de una generación que solo le interesa perrear.

Mesas vacías, velas encendidas que no dan más que sombra a los bancos de madera, son lo poco que va quedando de pie, tras la marejada de letras que promueven el sexo irrestricto.



En otros lugares el reguetón también es fuente de controversia y abiertamente le han declarado la guerra. 

Karina de Flores y su esposo, Walter, iniciaron el proyecto cultural de “La Luna” hace una década.

Antes de ellos, en los años 70, un bar que pudo llamarse “Doña Lupita”, fue la chispa que abrió un espacio para los capitalinos que gustaban del ambiente bohemio. Las Cien Puertas y El Tiempo llevaron la música de trova y esta se asentó en el Centro Histórico.

La Sexta trajo el reguetón

Todo cambió con la remodelación de la Sexta Avenida. Un nuevo grupo de empresarios trajo el consumo masivo y la música boricua, poco a poco fue ganando terreno.




“Queríamos un espacio para promover la música, poesía y pintura y durante un tiempo lo logramos”. Sin embargo, estos nuevos comerciantes de la diversión llegaron a cambiar las cosas y no para bien, asegura De Flores.

Algunos locales operan con licencias falsas, no cumplen con los requerimientos municipales y poco les importa. De acuerdo, con la oficina del Centro Histórico, hay locales que tienen multas de hasta Q200 mil por no cumplir con el reglamento de protección al patrimonio.

El Pasaje Aycinena

De acuerdo, con el alcalde capitalino, fue el primer centro comercial de la ciudad de Guatemala. Hace cien años, tiendas, apartamentos y oficinas fueron el punto de reunión de los habitantes de nuestra ciudad.

La idea del Marqués, Juan Fermín de Aycinena, fue revolucionaria y con el tiempo la revolución social encontró acogida en los bares y restaurantes del lugar. Quienes querían cambiar el mundo, se daban cita en el Pasaje Aycinena.

Allí políticos, periodistas, extranjeros y empresarios se reunían para, con unas copas, discutir el rumbo de la nación. Más de alguna conspiración o golpe de Estado, fueron discutidas en los locales del espacio que conecta la Calle de las Beatas con la plaza central.

Todo este bagaje le valió al estrecho lugar para convertirse en un icono de la historia guatemalteca. Y fue así, como en 2007, pasó a formar parte de los destinos obligados del Festival del Centro Histórico

La última batalla

Hoy, “La Luna”, prepara una contraofensiva. Una remodelación del espacio, que estará lista el próximo jueves 10 de agosto, como parte de las celebraciones del Festival del Centro Histórico.







“Vamos a remodelar los locales y les vamos a dar un toque de época”, asegura De Flores. Todo con el fin de convertir el pasaje en un destino turístico y así atraer otro perfil de clientes. Ademas, han implementado noches de tributo a artistas para tratar de levantar las ventas y salvar el espacio bohemio. 




Y es así como el Centro Histórico, La Luna, el Pasaje Aycinena y Silvio Rodríguez esperan decirle al reguetón: “Ojalá pase algo que te borre de pronto”. 

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