¿Has analizado cómo es la vida de un entrenador? Muchos seguro imaginan primero a personajes como Pep Guardiola o algún otro referente del banquillo futbolero, pero ¿cómo vive un especialista de la gimnasia?
Adrián Boboc es un hombre de 57 años, nacido en Buzau, Rumania y entregado al deporte, especialmente a esta disciplina que nos ha dejado buenos sabores de boca. Su rutina es parecida a la de un atleta, aunque su mayor atribución es planificar el trabajo del deportista para uno, dos o hasta cuatro años.
La gimnasia es un deporte complejo, de alto riesgo y requiere de muchas técnicas
Debe tener carácter fuerte y determinado para solucionar los problemas que se puedan presentar, la paciencia para disfrutar el extenuante proceso (aunque terminará siendo gratificante) y la pasión para convertirse en un ángel guardián de los atletas. También debe ser una persona atenta, porque su gimnasta necesitará una guía en todos los aspectos de su vida.
Aunque no lo creas, el entrenador debe seguir cada paso de sus atletas. Conocer cuáles son sus motivaciones, problemas y su entorno para proporcionarle una buena educación… adicional a los conocimientos académicos que claro, obtendrá en el colegio. Con ello crean un vínculo muy fuerte y hasta familiar.
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Boboc también practicó gimnasia. Lo hizo durante 11 años y al finalizar su ciclo tomó la decisión de continuar en ese ambiente, preparándose para convertirse en instructor. Llegó por el amor que le heredó su padre, un profesor de educación física. Le inculcó el gusto por varios deportes pero la gimnasia le hizo cosquillas. Por cierto, su padre también había practicado este deporte.
En los años ochenta, Adrián fue escalando esferas para convertirse en un experto. Llegó a la selección juvenil de Rumania para luego ascender a Olímpica. Sumó 11 títulos europeos y 3 mundiales con el equipo de su país natal.
En Guatemala se le ofreció comenzar a hacer historia y fue invitado para levantar el nivel de la disciplina. Fue un reto que aceptó con muchas expectativas y ahora ya suma varios éxitos.
Es un orgullo porque logramos varios triunfos en condiciones especiales
Reconocidos mundialmente
En el país no existía una experiencia o tradición en el deporte, pero la llegada de Boboc dio un giro a la realidad y ahora somos reconocidos a nivel mundial. Ana Sofía Gómez, su mejor carta por años, se convirtió en una gimnasta reconocida por la Federación Internacional.
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Esta chica levantó el nombre de Guate varias veces. Lo hizo en Singapur, Londres y muchos lugares más. Eso siempre hizo sonreír al Profe, haciéndolo sentir orgulloso. “Lo que no es fácil te hace sentir más orgulloso al momento de lograr la meta”, una sabia frase de Adrián.
Sofi iluminó el camino de las nuevas generaciones
La idea del entrenador rumano es continuar trabajando con las atletas que hoy tiene bajo su cargo. Pasar de entenderse a miradas con Sofi, a conocer más a su siguiente estrella. Ya tiene deportistas con habilidades y talento que les permitirá regresar al escenario con tanto alboroto como lo causó Ana Sofía.
Ahora tiene bajo su cargo directo a seis juveniles, además de otras ocho que supervisa con los entrenadores nacionales. Practican todos los días a doble turno, excepto el sagrado domingo… ¡a menos que estén en época de competencia, en esas instancias no descansan!
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Será Ana Irene Palacios la encargada de continuar con el legado. Competirá en agosto durante el Panamericano de Especialidades en Lima, Perú. Se mostrará en piso y viga de equilibrio y a fin de año irá a los Juegos Bolivarianos.
Las otras cinco atletas competirán en la Copa Panamericana interclubes. Todo esto gracias al buen trabajo del ángel guardián de la disciplina, quien aún se ve por mucho tiempo más dirigiendo. Será difícil que un personaje de este peso, se desligue del deporte…¡gracias a Dios!
Adrián Boboc disfruta enseñar en las diferentes modalidades. No tiene un “aparato” predilecto, simplemente disfruta su trabajo, con mucho compromiso.
¿Cuánto estarías dispuesto a sacrificar por tener la vida de un entrenador?
Videos y fotografías tomadas del Facebook de Adrián Boboc.