Ambos tenían una mirada alocada y la actitud rebelde de los jóvenes que aún no conocen el peligro. Vestían como cualquier adolescente y grababan como tantos otros sus aventuras para que el mundo las viera.
Uno flaco y otro gordo, ambos pálidos y con poco sentido común, se dieron a la tarea de inmortalizar la estupidez humana. Mientras uno grababa, el otro seguía instrucciones, todo en nombre de views y likes.
Así operan los delincuentes
En septiembre, los dos jóvenes se dieron a la tarea de divertirse arrojando piedras a los autos que circulaban por la carretera a El Salvador. Su juvenil “estupidez” fue subida a la página de MalParqueados GT, el video se volvió viral y alcanzó las 97 mil vistas.
Insultos, reprimendas y condenas a la novatada del par de “estúpidos” no se hicieron esperar. “¡A este tipo de personas hay que ponerles un alto!, ¡van progresivamente!, ¡después hacen daño los animales después persona!, ¡enfermos mentales!”.
Por el bien de los que circulan por el km 14.5 de la CAES, esperamos que los dos “estúpidos del video” no se conviertan en criminales. Pero algo es cierto, la práctica de atacar vehículos en movimiento con piedras no es algo nuevo.
Así asaltan en la ruta desde Mazatenango
Tavo y su familia volvían de la que fuera una agradable temporada vacacional en el área sur del país. Sol, piscina y juegos, El Irtra, fue el lugar elegido por la familia para gozar de un descanso.
A la vuelta, la familia regresaba por la ruta que conduce de Mazatenango hacia la ciudad de Guatemala. La noche se había asentado en el recorrido y el cansancio poco a poco vencía algunos de los familiares.
Menos, don Leonel y su hijo, ellos venían atentos al camino. “No solo por los hoyos de la carretera, que eran bastantes, sino por otros carros que venían de vuelta a Guate”, recuerda Tavo.
Entre el reflejo de las luces de los autos que volvían hacia la provincia y la malograda luz que reflejaba el retrovisor, una pasarela se advertía unos metros adelante. Cansados y con ganas de llegar a casa, piloto y copiloto se apoyaban el uno en el otro para finalizar el trayecto.
“Fue justo cuando pasamos debajo de la pasarela, adelante del peaje de Escuintla, que algo tronó y el vidrio del carro se rajó”. Grande fue el susto que los tripulantes del carro se llevaron, incluso el padre redujo la velocidad para orillarse.
“No, no, no gritó Tavo, no pares”, dijo el joven, mientras veía por el retrovisor como unas sombras se metían entre la maleza. Estaba seguro que la piedra era el principio de un proceso de asalto.
Con el cristal rajado, poca visibilidad y a una velocidad más baja de lo habitual, la familia esperó llegar a una gasolinera para revisar los daños. “No podíamos ir rápido pues el vidrio se podía terminar de romper y lastimar a mi papá, aparte de que no se podía ver bien”.
Como una manera de advertencia, Tavo subió las fotos del vidrio roto y una alerta para quienes volvían de la costa. La respuesta de muchos fue compartir experiencias similares en el área y recomendar precaución en ese tramo del recorrido.
Hoy solo queda esperar que “el gordo y el flaco”, del colegio Montessori no descubran el lugar de esta pasarela. “De ser así, allí podrían ir a perfeccionar las malas mañas y entonces convertirse en verdaderos criminales”.
