Para nada me causó sorpresa la fuga de La Patrona imagen

En una cárcel donde nadie es dueño y todos mandan o hacen lo que quieren, muy extraño es que no haya escapado alguien antes.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

La Patrona escapó y la forma cómo lo hizo ahora sí es noticia, pero qué hay de la poca seguridad en Mariscal Zavala, considerado el centro carcelario para la clase con dinero en Guatemala.



Imagen Publinews

Cuando me enteré que La Patrona se había escapado por la puerta grande de Mariscal Zavala, la verdad no me causó sorpresa, de hecho pensé que hasta mucho se había tardado en hacerlo.

Lo sé porque en tan solo dos horas que estuve en Mariscal Zavala, para visitar a una amiga, era evidente que los guardias no tienen el control.

Era un sábado y lo único que sabía era que la visita empezaba alrededor del mediodía. Llegué al centro carcelario y lo primero que vi fue un montón de carros que esperaban ingresar.

La hora de la visita empezaba a la 1:00 p.m. por lo que tuve que esperar 15 minutos frente a aquel gran portón gris. Yo llevaba una bolsa negra que contenía unas coca colas y unos cigarros para mi amiga.

En la entrada principal ni el nombre me preguntaron, solo vieron que estaba ingresando con la bolsa, pero luego unos soldados me la revisaron.

Era septiembre y en esos días había llovido, por lo que el suelo estaba algo lodoso y era muy fuerte el olor a tierra mojada.

Al entrar, lo primero que se encuentra es un par de cuartos de block y lámina aparentemente sin importancia. Así empecé mi ingreso al lugar, por aquel camino de terracería y lodo.

Solo se veían muchos árboles, aunque a lo lejos alcancé a ver unas construcciones como apartamentos.

Tuve que caminar por cuatro canchas de fútbol y al fin llegué, pero el lugar no era lo que esperaba. Únicamente tres agentes del Sistema Penitenciario (SP) estaban pidiendo documentos, no me preguntaron a  dónde iba o si llevaba algo ilícito en mi cartera o en mi suéter, no me revisaron nada.

Solo entregué mi DPI e ingresé al lugar donde están presos algunos  políticos, banqueros, narcotraficantes, empresarios y gente con mucho dinero.

Seguí caminando y vi a Roberto Barreda, el supuesto responsable del asesinato de su esposa Cristina Ziekavizza. Él parecía que estaba esperando a alguien.

Continué mi camino y vi unas tiendas como de campaña, grandes y de color azul. De día sirven como comedor y salas para recibir visitas y de noche como dormitorios.

Luego pude ver  a Luis Mijangos, el exdirector del Congreso, que estaba encerrado allí por plazas fantasmas. No era ni la sombra de cómo lo recordaba, aquel hombre alto de traje que parecía siempre muy intelectual, allí estaba vestido con un pantalón de lona y una playera algo barbado y con la mirada triste. Él se me acercó y me reconoció, me preguntó qué hacia allí y yo le respondí que buscaba a una amiga. Me despedí y continúe mi recorrido.

Sin querer llegué a la Iglesia de Juan de Dios Rodríguez y lo que menos hacían a esa hora era rezar. Pero me enteré que era allí donde dormía el expresidente del IGSS.

En mi cabeza solo pasaba una cosa: La gente con poder que un día conocí por trabajo ahora eran reos por actos de corrupción y que aunque no podían salir de la cárcel, tenían privilegios como tiendas y ciertas comodidades.

Pero lo que más me sorprendió es que durante todo ese tiempo no pude observar  ni un solo guardia del SP, como dicen, ni siquiera por molestar.

Por fin llegué al área de mujeres y observé que únicamente habían tres mujeres guardias del SP, una de ellas me detuvo y me preguntó a dónde me dirigía, le respondí que iba a visitar a una amiga y solo me dijo que no podía ingresar el celular, pero tampoco me revisó.

Me reuní con la persona que iba a visitar, habían mesas y sillas debajo de un toldo beige, era allí donde las reclusas atendían a sus familiares.

Platicando con mi amiga pude ingresar a la habitación comunal donde habían literas, eran alrededor de 30 camas, los baños eran de aspecto rústico. Solo una cortina dividía la ducha de los inodoros.

Salí del Mariscal Zavala a eso de las 2:00 p.m. tal como entré, sin ser revisada, de hecho he pensado que hasta un arma pude haber entrado y nadie se hubiera dado cuenta, también pensé que para cualquier recluso sería muy fácil entrar y salir sin problema de esa prisión, por eso es que digo que La Patrona, hasta mucho se había tardado.



Imagen Prensa Libre 

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