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Cuando se necesita una televisión, una cama, un amueblado de sala, una lavadora y hasta una mesa, lo primero que sugiere la publicidad es pagarlo en cuotas. Lo que no dicen es que se paga hasta por preguntar.

Astrid comenta que cuando fue a sacar su estufa le dijeron que pagaría Q.125.00 semanales, no le pidieron carta de ingresos ni fiador. Por eso decidió llevársela, sin darse cuenta que al final cancelaría Q.5,000.00 por un electrodoméstico que el costo regular era de Q.2,350.00, o sea que pagó el doble de lo que costaba.

Ángel compró una moto, en la que semanalmente pagaría Q.195.00. Lo que el anuncio no decía era durante cuánto tiempo. Al final canceló Q.9,570.00 por una moto que el precio al contado era de Q.6,000.00




Samuel pasó un día por una venta de electrodomésticos y le gustó un equipo de sonido, al contado costaba Q.1,100.00 pero él no tenía dinero y decidió llevárselo en cuotas, pero se atrasó y la deuda crecía hasta que canceló Q.5,130.00 por el aparato que en un inicio costaba menos.

Así son muchas las historias, pero en ¿qué momento nos dejamos engañar?…

Las cuotas que esconden la tasa

Tener mal crédito y aprovechar las cuotas chiquitas de los almacenes resulta una apuesta grave para los consumidores. Si, bien es cierto, que hacerse de una nueva TV o refri, pese al mal récord crediticio, parecería una buena apuesta, piénselo dos veces.

Alex Estrada, gerente de empresas dedicadas al microfinanciamiento y créditos de consumo, asegura que el verdadero negocio de estos almacenes está en las elevadas tasas de interés que se cobran o “tasas ocultas”. “Parecieran buenas las cuotas semanales, pero cuando se hace el cálculo mensual los costos son elevadísimos”.

Estrada asegura que los clientes buscan, más que una buena oferta, un sentido de pertenencia. “Tener productos nuevos, y además recibir un crédito, aunque no se tenga un buen récord, es un atractivo para los clientes”. Con este modelo se logra que el segmento no bancarizado, personas sin historial crediticio o cuentas bancarias, puedan acceder a compras.

Además, el experto asegura que la compra en este tipo de almacenes es de carácter impulsivo y la publicidad juega un factor decisivo para cerrar el negocio. “Chas chas” así de fácil, sin datos ni aprobación, se cierra un trato y el incauto cliente sale con su producto sin darse cuenta de lo que está gastando.




Debido a la falta de certeza y verificación de los parias del sistema financiero, la tasa de morosidad en estas transacciones es elevada, comenta Estrada. “Los descuidos o la simple falta de voluntad de pago se manifiesta durante el tercer mes” y es allí cuando un sistema de cobros se activa para evitar que las empresas pierdan dinero.

La modalidad de control sobre los deudores funciona de la siguiente manera:

Semanalmente se monitorea a los clientes con llamadas de recordatorio de pago.

Cuando el deudor deja de pagar una semana, se implementa el sistema de cobranza administrativa, que involucra a un ejecutivo de la empresa que busca reencauzar al atrasado.

Si esto no funciona y, la mora llega a un mes, las medidas son ya más de carácter intimidatorio y no conciliador. Y cuando todo esto falla, el caso se traslada a una agencia de cobranza y se evalúa la posibilidad de devolver el artículo y pagar la deuda.

Hay casos en los cuales las personas se sienten agobiadas y hostigadas por la deuda que tienen.

Así que es momento de analizar… ¿Necesita de verdad ese aparato o es solo capricho? 

Con Información de Enrique Castañeda. 

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