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Los hay de todo, aquellos a quienes no repetir mudada les sienta muy bien, otros que compran cosas para guardar y para los que una buena oferta es irresistible. La MegaPaca es el templo de los compradores en masa de Guatemala.

Su guía de colores para los precios, es un imán para los buscadores de ofertas. Naranja, azul, amarillo y rojo son las claves para medir el ahorro.

Se define a sí misma como “una tienda de ropa, zapatos, accesorios, hogar, juguetes y peluches en calidad de nuevos y usados, a precios accesibles para todas las necesidades”. Esto ha venido a romper con el mercado del “vestuario y algo más” de Guatemala.




También ha creado una nueva tribu urbana de seguidores, que semana a semana visitan sus más de 50 tiendas en todo el país. Con razones tan diversas, como los productos que ofrecen, los cazadores de ofertas no descansan y siempre están al acecho de un buen “deal”.

Ana Lilian Barrios, de mercadeo de MegaPaca, asegura que no existe un perfil definido de sus clientes. “Es un público variado que busca prendas de buena calidad a precios accesibles”.

El oportunista

Juan Ignacio López, estudiante de ingeniería, visita la tienda dos veces por mes. “Trato de ir cuando tengo algún evento, o fiesta para conseguir ropa que no se me haya visto puesta”.

Sus incursiones, no son regulares, pero en los locales siempre consigue lo que busca. Una camisa y un buen pantalón para “echar chile”.




Confiesa que conoció este tipo de almacén hace ya varios años, pero que la crisis económica lo ha llevado a intensificar sus visitas.

Invierte un promedio de dos horas en rebuscar las prendas adecuadas, para la ocasión y luego vuelve a casa para lavarlas y algunas veces hasta las envía a la lavandería para mejorar su aspecto. “No compro todo allí” asegura, pero dependiendo de la fecha del mes, el bolsillo dicta si hay o no MegaPaca en su presupuesto.

El acumulador

Sara Matzul, con sus 53 años, visita la MegaPaca dos veces por semana. Confiesa que no tiene tanta necesidad de comprar, como el placer que una buena ganga le da. “Siempre me doy mis vueltas por si hay algo que valga la pena”.

Las incursiones de esta ama de casa toman más tiempo que una visita al salón de belleza. “Paso unas cuatro o cinco horas revisando ropa y cosas para la casa”.




Sus tardes transcurren entre blusas, zapatos, platos y artículos de cocina, siempre en busca de algo que pueda llegar a necesitar.

“Compro porque son buenos precios y a veces guardo cosas por si hay que hacer un regalo o se rompe algo en la casa”, asegura. Con un gesto de risa confiesa que prefiere ir sola y moverse entre la mercadería a su ritmo, sin que nadie la apure o la interrumpa.

El adicto a las ofertas

Sin embargo hay quienes compran y mantienen sus ojos puestos en el calendario a la espera que llegue nueva mercadería a las tiendas. Incluso saben los días de la semana en que entra el nuevo producto y esto lo logran con visitas regulares a las tiendas.

Ana María García, a sus 38 años, visita las tiendas desde hace 9 años con una frecuencia que provocaría envidia a cualquier comprador compulsivo. Ella no ve solo ropa, asegura que ha logrado remodelar su casa con muebles de la MegaPaca, en seis oportunidades.




“Hace un año compré un sillón para la sala familiar de mi casa, allí cabemos todos y solo tuve que cambiarle el tapizado” asegura. Luego del sillón llegaron mesas de noche para los cuartos de sus dos hijos, una lavadora y hasta un amueblado de comedor.

“La ropa es algo importante, pero no me centro solo en eso, con poco dinero se puede mejorar el ambiente familiar”. García asegura que nada hubiese sido posible de no haber llegado en el momento justo para comprar.

El revendedor

Leocadio Sac, un comerciante de San Juan Sacatepéquez visita las tiendas dos veces por mes. Camión en el estacionamiento y tres cargadores, son todo lo que necesita para llenar su local de 6 x 10 metros.

En su comunidad le conocen como “el marchante”, pues antes iba de puerta en puerta ofreciendo productos de cocina, ollas, vasos y vajillas. Hoy el mote se le ha quedado, pero su giro de negocio es menos cansado.




Desde su escritorio de pino, ve como cada semana compradores se abarrotan en su local para ver los nuevos productos. “Me va mejor en las quincenas, pero si es gente de confianza hasta paguitos les doy”, asegura.

Sac coincide con Sara Matzul, en que lo importante del negocio son las visitas frecuentes a las tiendas para conseguir “buenas cosas a buenos precios”.

El que niega la compra

Finalmente llegamos con el más esquivo de los miembros de esta tribu urbana “el que llega y no quiere ser visto”. Este es un tipo de comprador que baja de un auto modelo reciente, gafas oscuras, gorra y generalmente viste un pants y playera.

No quiere que se le reconozca y menos que se le salude. Sus incursiones en la tienda duran unos 40 minutos y de vuelta a casa.




Héctor (para mantener el anonimato), trabaja en un edificio de la zona 10 como asesor de cuentas. Debe vestir de saco y corbata diariamente y su apariencia lo es todo. Sabe de marcas y precios, por lo que no se fija en los colores de las filas tanto como en la marca de las prendas que mueve por los tubos de los exhibidores.

“Nadie sabe que vengo a la MegaPaca, lo único que tienen claro es que me visto bien”, asegura.

Y tú, ¿quién eres en la MegaPaca?

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