El terror a los Rottwailer marcaron con cicatrices mi vida imagen

Judith le temía a los Rottwailer de la casa donde trabajaba como enfermera, un día para su mala suerte, los tres perros se le dejaron ir encima y le marcaron la vida

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                                   El terror a los Rottwailer marcó con cicatrices mi vida

Esta es mi historia, y lo que voy a contarles podría haberle sucedido a cualquiera.
Si una sola mordedura de perro duele, imaginen lo que es que tener tres Rottwailer intentado partirte en pedazos.

Fue en 2014, cuando caí en las fauces de tres perros Rottwailer. Yo era enfermera, cuidaba de un anciano, y todos los días llegaba a su casa para hacerle sus curaciones, darle medicina y controlar su enfermedad. En la casa tenían a los tres perros, y yo les tenía un profundo miedo, porque eran grandes, y al verme me ladraban. Siempre estaban enjaulados cuando yo estaba allí.

Recuerdo que fuimos con mi paciente a una visita de rehabilitación, y cuando regresamos a la casa, me extrañó no ver a los perros, no escuché que ladraran, pero no puse importancia a eso.

De repente, sentí que algo me tiró al suelo, y seguidamente, tenía a los tres perros encima.

Uno clavaba sus fauces en mi espalda, otro en mi brazo derecho, y otro más en mi cabeza e insistía, salivando, arrancar mi cuero cabelludo.

Judith con lágrimas recuerda el martirio que se siente escuchar los gruñidos de una fiera que solo persigue matarte, y el dolor de los dientes anclados en el cuerpo.

Fueron momentos de pánico, los perros me arrastraban de un lado a otro, como si se tratara de una muñeca, a la cual, quisieran arrancar todo.
Nadie me ayudaba, y saberse endeble ante la furia de esos perros, es algo que jamás podré borrar de mi mente.

La sangre se dispersó por todo el garage, y no había poder de Dios que los hiciera desistir de su propósito de descuartizarla.

Los tres Rottwailer pertenecen al ex funcionario del Ministerio Público, Hans Dennis Reyes, y Judith era la enfermera del papá. De aquel día, han pasado tres años.

Uso peluca, los casi cincuenta puntos que tengo, dejaron un agujero en mi cabeza al perder el cuero cabelludo. Me da vergüenza que me vean. Tengo cicatrices en todo el cuerpo.

El día que los Rottwailer me atacaron, también me mordieron una parte de la nariz, la frente y las mejillas.

Las heridas del cuerpo tardaron en sanar, pero la de la espalda, duró un año, segregaba un líquido amarillo, por lo que Judith usó pañal dos veces al día para evitar que su ropa se mojara completamente.

Es difícil superar un momento como ese, y solo quienes han vivido un ataque de perro, y sobreviven, saben de lo que hablo. Pasé meses encerrada en casa tras salir del hospital donde me practicaron varias cirugías.

No podía verme al espejo. Lloraba, temblaba de miedo si un perro se me acercaba.

La psicóloga me recomendó hablar sobre lo sucedido cuando pudiera. Sin embargo, aislarme fue una manera de evadir las miradas. Aún me aterroriza el rechazo de la gente.

Judith libra ahora una segunda batalla, la de la justicia.

El día del ataque, el ex funcionario del MP, se llevó a Judith a la estación de bomberos de la zona 5 y el hecho ocurrió en la zona 6, no optó por llevarla a un hospital cercano. Ella necesita más de Q100 mil para terminar un tratamiento físico, a lo cual se opone el ex funcionario aduciendo que es una extorsión.

Judith, con lágrimas reclama que se ha quedado sin una vida normal, y esa curación no le arrancará de la mente el recuerdo, pero sí le ayudará a no ser blanco de la mirada de los curiosos.

En el mundo existen diversas razas caninas, donde unas por sus características físicas y psicológicas sobresalen más que otras, razas creadas por el hombre para cumplir una función y muchas veces es la irresponsabilidad del ser humano la que trae lamentables consecuencias.

Foto Erick Girón y Google

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