relato

Llevar el vehículo al máximo hace que no se piense si el lugar o el momento son propicios o si las consecuencias de perder el control serán fatales.

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El anuncio sobre que conductores pasaban a la final, hizo que Roberto recordara con nostalgia a Carlos, su mejor amigo y las competencias de aceleración que corrieron en la pista de carretera a El Salvador.

Al ver los autos modificados tuvo presente cuando en la gasolinera que está frente al centro comercial Los Próceres, en la zona 10, lucían butacas, aros, pintura, potentes equipos de sonido y otros accesorios llamativos de sus carros. Este ritual no podía faltar cada sábado por la noche, antes de ganar una competencia en el 1/8 de Milla.

Las luces intermitentes del semáforo que da la salida a los competidores, rasgan la densa neblina que envuelve a conductores y al público que disfruta el estruendo de los motores. También hace que medite que al terminar la Honda Night debe manejar con precaución para regresar bien a su casa.

Después de revolucionar el motor de su carro al máximo. 200 metros, en fracciones de segundos, no es fácil que Roberto se tranquilizarse.

El sonido del turbo en su vehículo, hace que su corazón palpite más rápido. Su adrenalina fluye, como su carro sobre el asfalto húmedo, su cerebro coordina con perfección cada movimiento para ganar otra competencia, el sábado por la noche.

Cada cambio de velocidad, lo lleva a su infancia cuando apostaba con Carlos en la pista de juguete quien era el mejor o las veces que por azares del destino se encontraron con otro auto modificado en un semáforo y tenían que ganar la salida con el cambio de luz, de rojo a verde.

La reciente muerte de su amigo hace que Roberto viva ahora con prudencia y no a toda prisa, como solía hacerlo.

La calle no es para correr

A diario es común ver en el transito autos modificados que zigzaguean a alta velocidad para abrirse paso. Con arriesgadas maniobras sus pilotos ponen en peligro la vida de otras personas y la de ellos.

Cambiar las especificaciones de fábrica de un carro está de moda y es el equivale de alterar la suspensión, llantas, frenos, caja, motor y subir el cilindraje para que éste no sólo sea llamativo, sino que corra sin problemas.

“Los vehículos se deben alterar para tener buen rendimiento en la pista de carreras o para mejorar tiempos de competencias, no para correr en la vía pública. Los semáforos son mecanismos de prevención, no para hacer arrancones o carreras”, refiere Martín Rossi, sub campeón nacional de aceleración.

El gusto por modificar vehículos como los Honda o Mitsubishi Evolution y dejarlos como los de la saga Fast and Furious, es propio de los jóvenes que gustan por aventuras extremas.

La juventud entre los 18 y 28 años es la protagonista de impactantes accidentes registrados por la Policía Municipal de Tránsito (PMT), de la municipalidad capitalina. Vehículos valorados hasta en US$ 25 mil terminan como chatarra, después de una fuerte colisión.

“En los últimos días hemos visto espectaculares accidentes donde la velocidad permitida es de 70 kilómetros por hora, los conductores lo hacen a 220 kilómetros por hora y esto es fatal”, asegura Amílcar Montejo, intendente de tránsito.

Saldo trágico

De enero a abril, el departamento de tránsito de la Policía Nacional Civil, contabiliza mil 771 siniestros viales, entre estos la muerte de Carlos, el mejor amigo de Roberto, ocurrida en la ruta al Pacifico.

Abner Barrientos, del Observatorio Nacional de Tránsito de la PNC, argumenta que “en los percances por exceso de velocidad es notoria la participación de automóviles modificados conducidos por jóvenes que posiblemente son influenciados por películas y música de moda”.

La edad de pacientes atendidos en la emergencia del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), concuerdan con las citadas por la PMT.

“Trauma cráneo encefálico (con daño permanente o por un periodo determinado), trauma cerrado de abdomen (golpes en órganos internos) y trauma penetrante o tórax cerrado, son los casos más vistos en pilotos y copilotos que se accidentan”, relata Ricardo Godoy Santizo, jefe de emergencia del IGSS.

María Fernanda Ortiz, maestra de educación primaria, sobrevivió a una fuerte colisión, después de evitar atropellar a una pareja de motociclistas en la carretera a Puerto Quetzal.“No solo yo estoy amputada, también lo está mi familia y mis amigos”, confieza.

El estado alterado que provoca la adrenalina, hace manejar a cualquiera a toda velocidad. Que el conductor sienta poder cuando lleva su vehículo al máximo y que no piense si el lugar o el momento son propicios o si las consecuencias de perder el control serán fatales.

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