Un nuevo corazón y una nueva esperanza de vida imagen

Es la primera parte de dos historias que se unen con un mismo corazón. Jessica es una sobreviviente de un problema cardiovascular y hoy en día tiene una nueva esperanza de vida.

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Todas las mañanas, la familia González se preparaba para sus actividades diarias. Dora, de 40 años, como toda madre de familia tomaba su bus para llegar a su trabajo en una maquila, mientras que Jessica, de 18, se alistaba para ir a estudiar.

Un día la vida les cambió repentinamente, sin darse cuenta que la vida de Jessica estaba al borde de la muerte. “Yo trabajaba en una maquila, donde tuve que renunciar para apoyar a mi hija llevándola a consultas y tratamientos. En mi antiguo trabajo me dieron todas mis vacaciones, pero ya no podían darme más tiempo. Preferí renunciar para acompañar a mi hija en este reto de vida”, indica Dora.

Desde pequeña, la salud de Jessica fue complicada. Problemas en su crecimiento, alimentación, hepatitis e incluso problemas cardiovasculares han sido parte de su historial clínico. “Ella nació en el IGSS, pero nunca me dijeron que tenía problemas en el corazón. Su crecimiento fue diferente al de mis demás hijas. Ella sufrió muchas enfermedades que le llegaron a afectar su salud gravemente”, agrega. 

Decidida a buscar ayuda, Dora la llevó con distintos médicos; lamentablemente, ninguno pudo diagnosticar su verdadero problema. “Todos decían: ¡Ella está bien! Tiene problemas de colesterol o incluso algunos mencionaban… ¡Ella lo que necesita es salir y distraerse!”, relata la madre.



Foto: Juan José Muralles 

Sin darse por vencida, decide llevar a su hija a una jornada de electrocardiogramas para salir de todas sus dudas. “Mi mamá se encargó de llevarla a hacerse su examen de electrocardiograma. Todas las dudas empezaron a surgir cuando mi hija empezaba a llegar desmayada a la casa, después de realizar educación física”, añade Dora. 

El examen reflejó lo que temían: Jessica sufría problemas del corazón. El examen dio un resultado inesperado. Fuimos al Centro de Salud de Villa Canales y allí me llevaron a trabajo social, donde confirmaron que mi hija tenía una problema grande en su corazón”, explica. 

Angustia, preocupación y miedo fueron parte de los sentimientos que en ese momento experimentó la familia Gonzáles. “La llevamos a la Fundación Aldo Castañeda y aquí empezó nuestra lucha”, señala Dora. 

 “Ahorita quiero volver a trabajar para sacar adelante a mi familia”. – Dora Gonzáles 

A un año de estar asistiendo a la Fundación, Jessica ya tenía esperanza de una nueva oportunidad de vida. “Aquí le hicieron todos sus exámenes y le hicieron un cateterismo, que le iba a solucionar su problema porque tenía un pequeño agujero en su corazón”, manifiesta la madre. 

Las esperanzas nuevamente se desvanecen, pero la fe pudo más que el miedo. “En diciembre de 2017 le hicieron la primera cirugía. A las dos horas salió el doctor y me dijo que no se pudo hacer la operación, porque el agujero que ella tenía no era lo que ellos creían”, expresa Dora. 

Jessica poseía solamente tres paredes en su corazón, pero una de ellas ya no existía más y ello complicaba más las posibilidades de seguir con vida. “Los médicos hicieron un nuevo estudio y nos comentaron que mi hija solamente estaba trabajando con tres paredes. La única solución era una cirugía a corazón abierto”, refiere.

Con fe, Dora toma la decisión de darle esa segunda oportunidad que Jessica necesitaba para seguir en su lucha por vivir. “Los médicos nos comentaron los riesgos, pero mi hija me pidió que ella quería tener una vida normal. Hicimos el proceso y aquí estamos”, agrega. 

“No hay que hacerse de menos ante los demás”. – Jessica Gonzáles 

Tras cinco horas de estar en el quirófano, Jessica está con vida para compartir alegría y felicidad. “Hicieron una modificación en mi corazón, juntaron mis tejidos y eso iba a parar el escape de aire que salía de mi órgano. Todo va bien, ahora podré tener una vida normal”, cuenta la joven.



Foto: Juan José Muralles 

“Al principio fue difícil, pero con el tiempo me di cuenta de que nada es fácil en esta vida”. – Jessica Gonzáles 

Como una joven normal, Jessica también tiene sueños y uno de los más importantes es ser una profesional. “Primero estoy agradecida con Dios, UNICAR y mi mamá, por todo el sacrificio que me han dado. El otro año voy a estudiar en la universidad, quiero seguir en la Facultad de Derecho en la Universidad de San Carlos. Si no paso los exámenes, quiero conseguir un trabajo para pagarme la Mariano Gálvez y ayudar a mi mamá económicamente”, comenta.

“A mí me gusta viajar y jugar futbol”. – Jessica Gonzáles 

Jessica regresa a su hogar en Chichimecas, Villa Canales, junto a su familia, los sueños y anhelos de seguir adelante. Hoy, ella es otra paciente que gracias a UNICAR puede brindar una lección de vida. “En esta vida nada es fácil, pero todo es posible. Con la ayuda de Dios y de nuestra familia, los sueños se pueden hacer realidad. Siempre hay que luchar y lo más importante es no decir nunca ¡No puedo!”, asegura. 



Foto: Juan José Muralles 

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