Munira, de 32 años, llevaba a su pequeño, Omar, de 4 años, a la escuela, como todos los días. El auto lo conducía su cuñado, y ellos dos iban en los asientos traseros. En un instante el ambiente familiar terminó en un grave accidente
El instinto de Munira fue abrazar a su hijo para evitar que el impacto le ocasionara consecuencias graves; sin embargo, la que sufrió fuertes lesiones fue la madre, quien al día siguiente entró en estado de coma.
“Mi madre estaba sentada conmigo en el asiento de atrás. Cuando vio que se acercaba el choque, me abrazó para protegerme del golpe. No había teléfonos móviles y no podíamos llamar a una ambulancia para pedir ayuda. La dejaron así durante horas”, comenta Omar.
Munira fue trasladada de inmediato al hospital, pero a pesar de todo el esfuerzo por parte de los médicos, declararon a la mujer en estado vegetativo irreversible.
La espera
Desde ese momento comenzó la pesadilla de Omar, quien no se alejó de su madre ni un segundo. Caminaba todos los días desde su casa 4 kilómetros hasta el hospital, la cuidaba con mucho amor esperando que en algún momento, Munira volviera a decir una palabra.
Omar alimentaba a su madre a través de un tubo y todos los días, los médicos le realizaban fisioterapias buscando una mejora, a pesar de ello, nada parecía cambiar.
La espera duró 27 años, cuando en abril de 2017 la familia recibió una subvención oficial para un programa integral en un hospital de Alemania, lugar en donde los médicos hacían todo lo posible porque Munira recuperara la conciencia.
Luz
Inesperadamente, en la última semana de tratamiento, Omar comenzó a escuchar sonidos extraños que provenían de su madre.
“Tres días después me desperté con el sonido de alguien que gritaba mi nombre. ¡Era ella! Durante años había soñado este momento”, afirma Omar.
Las primeras palabras que Munira pronunció fueron las del nombre de su hijo, quien incondicionalmente estuvo a su lado luchando todos esos 27 años.
Ahora, está de regreso con su madre, quien sigue recibiendo fisioterapia y rehabilitación en el hospital. Ya pueden sostener algunas conversaciones en las que Munira puede decirle a su hijo dónde siente dolor.