Santos Gutiérrez, guía del Parque Ecológico, asiste los siete días de la semana para continuar la tradición comunitaria de proteger el bosque de Chajil Siwan, ubicado a siete kilómetros de Totonicapán.
Con 66 años y padre de cuatro hijos, Santos recorre cada uno de los senderos y supervisa todos los días. Este 2018, cumplió seis años ininterrumpidos laborando en el lugar que ha logrado trascender por generaciones. “Junto a mi familia, el bosque se ha convertido en una parte de nosotros. Mi hijo incluso estudia turismo para poder seguir aquí”.
Esto es parte del legado de 20 familias que llegaron desde las costas para trabajar en carpintería en el bosque, en 1850, durante el gobierno de Rafael Carrera. Santos ha logrado crear junto a su comunidad un paraíso natural con el atractivo de ser un escape de la gran ciudad.
Santos, junto a su comunidad, han luchado por al menos 20 años para conservar el bosque y aprovechar sus recursos sin causar impacto en el ecosistema. “Desde el 2000 empezamos a soñar con el parque ecológico y en 12 años lo conseguimos. Tres años duró la construcción de todo el sendero y en 2010 colocamos las primeras dos líneas de canopy. Aún no cobrábamos la entrada y solo venían grupos escolares a visitarnos. Gracias a la prosperidad, en 2012 empezamos a construir un restaurante y nos convertimos en un parque ecológico oficial”.
Es el resultado del trabajo de una comunidad que cuenta con poco más de 250 personas. El bosque no recibe incidentes de tala, caza, incendios o disturbios desde el 2007, cuando un grupo quería expropiar la localidad. Hoy, son 12 empleados directos del parque que reciben más de 300 visitantes al mes que buscan estar entre los verdes bosques y la vida silvestre.
Varias instituciones como el Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT), el Instituto Técnico de Capacitación y Productividad (INTECAP) o el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP) encontraron potencial en el parque, por lo que apoyaron con capacitaciones y certificaciones para los empleados. Cocineros, meseros, guías turísticos y expertos en la vida silvestre comenzaron a surgir tras este apoyo. Los cuidados al bosque incrementaron, al igual que los cientos de visitantes interesados en la experiencia.
Los empleados no reciben un sueldo directamente por laborar en el parque, sino un incentivo por cuidar los bosques. Sin embargo, este lugar se ha convertido en parte tan importante de la comunidad, que varios asisten todos los días del año para seguir cuidando la fauna. “Es un servicio comunitario, con representación de una persona por familia. Sin embargo, ahora nuestro beneficio es que estamos trabajando sin pedir cuotas a instituciones, ya que todo lo que producimos, lo hemos invertido en el centro de visitas y restaurante”.
Un área de trabajo rodeado de naturaleza
Chajil Siwan no solo es sorprendente por su comunidad, sino también por sus 120 hectáreas rodeadas del sonido de aves, el roce de las hojas entre el viento y los árboles que se apoderan del entorno.“Es venir a contactar con la naturaleza. Es conocer sobre la fauna y la flora que tenemos”, explica Santos.
Su turismo sostenible se combinó con aventura, al agregar líneas de canopy y puentes colgantes. Sesenta, 100, 225 y 250 metros pueden emocionarte al cruzar el bosque por la altura en varias plataformas alrededor del parque. Además, la belleza es plasmada en los diferentes miradores naturales con vista a las verdes montañas de Totonicapán.
¿Te gustaría visitar el parque? El ingreso cuesta Q10 y Q25 extras por el uso del canopy. Está abierto de martes a domingo entre las 8:00 y las 17:00 horas. También, en su restaurante puedes degustar de diferentes platillos típicos preparados por las manos de la misma comunidad que ama y protege al bosque. ¿Qué esperas para ir a Chajil Siwan?
