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La familia Mazariegos iba de paseo a Los Cuchumatanes, con el fin de poder descansar, desestresarse y, sobre todo, pasar un momento a gusto todos juntos. Salieron hacia su destino desde un jueves y regresarían el domingo.

Clara ya tenía todo listo: la comida, las bebidas, el pan y todo lo que iban a comer de camino, para no estar parando en los restaurantes, pues ir con toda la familia era mucho dinero estar comiendo afuera en cada tiempo.

Lo que Clara no midió en el viaje es que en algún momento su familia tenía que pasar al baño, pues no aguantarían hasta llegar a su destino.

Carlos, uno de los hijos de Clara, quien se bajó a usar el sanitario, pero esperando a que su familia lo desocupara, se encontró con un perrito que llamaría “Juancho”. El cachorro parecía estar perdido y nadie se le acercaba.

Él decidió agarrar un poco del jamón que su mamá llevaba en una lonchera y se lo dio al perrito. El cachorro comió rápidamente,  por el temor de que se lo quitara, pero Carlos le dio otra rodaja. Luego ingresó al baño, se subió en el carro y se fueron a Huehuetenango.

Mientras Carlos estaba con su familia, no podía dejar de pensar en el perrito porque recordaba que estaba solito y que seguramente no tenía dónde vivir o con quién estar.

Pasaron los días y a Carlos poco a poco se le fue olvidando el perrito, pues en el ambiente familiar había muchos juegos y cosas que le quitaban la atención del cachorro.

El domingo que la familia regresaba pararon justo en el mismo lugar que pasaron de ida. Carlos se bajó, sin tener ganas de ir al sanitario, sino para buscar al cachorro. Pensó que no lo iba a encontrar, pero su sorpresa fue que el perrito seguía en el mismo lugar; cuando vio al muchacho, fue como si algo se hubiera encendido entre ambos, por lo que corrió y le lamió la cara.

En ese momento, Carlos supo que ese perrito tenía que ser de él, pero como le iba a decir a su familia. Llamó a su mamá y le mostró que el cachorro que él había alimentado aún seguía allí.

Convenció a su familia y decidieron llevarse con ellos a “Juancho”.

Al llegar a su casa, lo llevaron al veterinario. El perrito presentaba un cuadro de desnutrición, pero con amor y cuidado lo pudieron sacar adelante. 

Ahora, “Juancho” es el perrito más consentido de la familia; se los ha ganado, uno a uno, con amor. De eso han pasado tres años.

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