Érick Santizo es un joven con un corazón de oro, pues le da juguetes a niños que no los tienen. Todo empezó no precisamente por lo juguetes, sino por unas sombrillas.
Una vez, él llevaba unas sombrillas en su carro y desde su asiento pudo ver que en la noche iba una persona que necesitaba una. Santizo, sin pensarlo, decidió bajarse y regalarle una, pues vio la necesidad que tenía.
No fue la primera vez que Santizo decidió ayudar al alguien, pues cuando acabó la época de lluvia empezó a cargar suéteres en el carro para cubrir a las personas que dormían en la calle.
“A veces salía de noche, solo para buscar personas a quiénes darles los suéteres y que no pasaran frío”.
Santizo siempre ha demostrado que le gusta compartir algo de lo que tiene con los más necesitados.
La idea de los juguetes nació cuando este joven empezó a pensar que en los semáforos lo que más había son niños con muchas necesidades. Pero no quería ayudarlos dándoles dinero, porque sabía que eso era fomentar que siempre permanezcan allí; luego pensó en llevar comida en el vehículo, pero tampoco fue tan buena idea, porque a veces esta se le descomponía por el clima tan variado de nuestra ciudad.
Entonces fue justo en ese momento que se le ocurrió que podía darles juguetes, pues sería algo mucho más simbólico para él.
“Cuando era pequeño, en mi casa no es que hubiera mucho dinero, pero siempre teníamos lo necesario. En cada Navidad o cumpleaños, yo esperaba los juguetes porque me encantan los carros; entonces, ahora recuerdo esa ilusión que tenía y que quiero que los niños también puedan tener”.
En el camino se ha encontrado con muchos niños, pero también niñas, por lo que ahora lleva carritos para niños y ponis para las pequeñas.
“Hubo una vez que tras darle el juguete a un niño, este me pregunto qué quería a cambio. Yo le respondí que nada, pero eso también causó un fuerte impacto en mí, porque me puse a pensar qué ha hecho la gente para que él piense que yo quería algo a cambio de un juguete”.
Santizo lleva más de un año con juguetes en su guantera y un corazón dispuesto a regalarlos.
Cada semana compra entre 7 y 8 juguetes para niños y niñas, para que ellos se puedan divertir aunque sea por un momento.
“La verdad es que no sé qué harán después con los juguetes; puede que sea el primero que les han dado en sus vidas o que los obliguen a venderlos, pero yo me siento satisfecho de habérselos dado y de ver la cara de felicidad que ponen”.
Santizo espera que más personas puedan hacer lo mismo, con cosas que lleven un poco de alegría a las personas que puedan estar pasando una necesidad o un mal momento.