Sus manos moldean una a una las partes de su obra, desde las más grandes hasta aquellas que requieren de una mayor dedicación y esfuerzo. Su pasión por este tipo de arte empezó cuando tenía 8 años con una maqueta pequeña y sin muchos detalles.
En sus manos, una simple barra de plastilina se transforma en la cúpula de una iglesia. Sin una técnica específica o estudios especializados, Daniel Rivera, de 19 años, de Quetzaltenango, desarrolla un arte, que según él, nadie más realiza en Guatemala.
Su talento nato para moldear plastilina lo ha llevado a construir estructuras complejas como la catedral de Notre Dame y Santa Sofía. Desde los detalles más grandes y fáciles hasta los más minuciosos, todos los elementos terminan formando una obra digna de admirar.
“De pequeño me di cuenta que tenía talento para ello y me gustaba hacerlo. Con el tiempo compré más plastilina y practiqué con obras mayores que requerían más detalles”, cuenta Daniel.
La maqueta más grande que ha realizado mide 1.75 metros y pesa 800 libras.
“Mi sueño es ganar un récord Guinness y que en Guatemala sea reconocido este arte”.
Durante los 10 años que lleva de elaborar este tipo de arte, ha realizado 23 maquetas gigantes, todas ellas tienen fuentes de ventilación para poder conservar la plastilina en la temperatura adecuada. Además, de un sistema de luces para que se vean más atractivas.
Realizar una maqueta gigante puede llevarle de dos a cuatro meses y un costo de alrededor de Q8 mil.
Daniel dice: “Mis papás siempre me han apoyado desde que inicié con este sueño. Mi mamá me ha ayudado con el tema económico y mi papá con los contactos a donde he ido a exponer mis obras”.
Sus maquetas han sido expuestas en el Museo Miraflores y en varios centros comerciales de Quetzaltenango.
Para realizar estas obras, Daniel dice que lo más importante es tener imaginación. Trabajar con plastilina beneficia para la relajación, la concentración y es también estimulador de la motricidad fina.