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Ana, de 40 años, se ha dedicado a cuidar su familia. A los 20 se casó y su marido le dijo que dejara de trabajar, para dedicarse a los niños. No estaba de acuerdo, pero aceptó. Sin embargo, mientras pasaba el tiempo, sentía la inquietud de realizar más actividades.

A los 5 años de casados, su esposo le regaló una perrita schnauzer, a la que nombraron Preciosa, que llegó de apenas tres meses. Ana estaba muy feliz, la cuidaba y le daba amor.

Cuando la perrita cumplió un año, a Ana le recomendaron que pusiera a Princesa a “jugar”, para que pudiera tener crías y las vendiera. Buscó un perro macho que la embarazó y tuvo su primera camada.




Ana empezó a venderlos a Q1,500 cada uno.

Se dio cuenta que era un buen negocio, pues sin tanto esfuerzo había logrado tener en su cuenta Q12 mil. Ana continuó haciéndolo, pero Preciosa estaba cada vez más decaída y triste, aún así no la llevó al veterinario de inmediato, esperó a que tuviera tres camadas más.

La perrita emanó un olor fétido, por lo cual Ana se asustó y la llevó al veterinario. Sin embargo, Preciosa ya tenía una infección muy grande en el cuerpo, por lo cual le dijeron que debían dormirla. 

Ana estuvo algunos meses muy triste, pues había pasado 5 años con su mascota. También iba a extrañar el ingreso extra, que por lo menos llegaba dos veces al año.




El esposo de Ana estaba enterado del negocio, por lo que decidió apoyarla y le regaló una perrita de la misma raza, a la que llamaron Princesa. Estaba muy contenta con su nueva mascota, pero no quería encariñarse mucho con ella. 

“Estaba consciente que esa perrita era únicamente para sacarle raza, pero no la iba a amar tanto como a mi Preciosa, que siempre será la favorita”. Ana

Princesa aún tuvo camadas, pero ya los hijos de Ana estaban más grandes y la pateaban, le pegaban y encerraban. Entonces, optó por dejarla afuera, para que ellos no la molestaran.

Princesa ya no disfrutaba de las comodidades de la casa, dormía afuera en una camita improvisada y cuando llovía le elaboraban una champita para resguardarla. La perrita vivió cinco años con la familia, pero una mañana, Ana la encontró muerta, aún desconoce cuáles fueron las causas del deceso.




En 2017, Ana se sorprendió al enterarse que ya no podía tener el negocio que tanto dinero le había generado durante muchos años. Esto, porque la Ley de Protección Animal fue aprobada en el Congreso, en la que se establece penas a las personas que maltraten a los animales.

Para la Asociación de Amigos de los Animales (AMA) esta es un práctica de muchas personas, que se debe eliminar, pues es mejor adoptar que comprar mascotas que podrían abandonar.




Ana, tiene 10 años de tener la crianza de los perritos schnauzer y no quiere dejar el negocio, pues aún le ingresan miles de quetzales. Actualmente, tiene dos perritas para continuar con la venta. 

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