Adiós a mis fieles compañeras imagen

Perder a una mascota es una de las situaciones más difíciles de la vida. Me tocó vivirla tres veces.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Perder a una mascota es difícil, duele y la herida no sana tan rápido. Yo lo comparo con perder a un ser querido, porque ellos son parte de nuestra familia.

Tenerlos en nuestra vida, nos llena de felicidad. Son los primeros en saludarnos al llegar a casa siempre con ladridos, llanto y su colita moviéndose con ritmo, mientras nos miran con esos ojos tan nobles y llenos de amor. Decimos que son nuestros hijos peludos.

Si ellos se enferman, nosotros movemos mar y tierra para que no sufran y resultan como un bebé; no manejan un lenguaje en el que nos puedan decir “me duele aquí”, “me duele allá”. Algunos niños lloran, mientras que los animales tienden solo a calmarse y verse desganados.

Lamentablemente, me ha tocado vivirlo con tres mascotas: Dannika, Chirris y Jacky. Las primeras dos fallecieron por enfermedad, mientras que la tercera fue atropellada por un imprudente. Dannika era una golden retriever, de aproximadamente 7 años y que estaba en casa desde los 3 meses. Un día se puso algo desganada, pero no aguantó mucho. Respiraba raro y murió en la madrugada del 7 de octubre del 2017. Ella era obediente, alegre y siempre era invasora cuando uno estaba comiendo. Ponía su cabecita en mi pierna para pedir comida y se sentaba enfrente con ojos de “dame” para que tuviéramos compasión y le diéramos un poco de lo que estaba comiendo. Lloraba cada vez que le decíamos “¿quiere salir?” y no nos apurábamos; se ponía sus moños cuando se cansaba y no paraba para esperarla. Sin duda, fue una perrita excepcional.




Chirris murió de leucemia el 19 de marzo del 2018. Los veterinarios no supieron indicarnos por qué a ella le dio esa enfermedad, pero tenía un problema multifuncional en el cuerpo y no había mucho qué hacer. A los días falleció, pero fue todo un personaje; si estaba en mi cuarto y la llamaba, ella no llegaba a menos que tuviera comida rápida; se subía en la cama y me miraba con esos ojitos tan dulces que siempre tuvo. A ella la rescatamos cuando tenía aproximadamente 3 o 4 meses y nos enamoramos de ella completamente.




Todas nuestras mascotas tenían como diez nombres y por todos entendían. En el caso de Chirris, entendía por: Oppie, Pilaro, Laropi, Pidgeotto, Laropi bebé. Dannika entendía por: Nani, Fichu, Petus Netus, Petunia, Netunia, Danni.

Nunca tuve a una mascota favorita, pero con quien más sufrí fue con Jacky. Ella murió el 10 de enero del 2017, tratando de cruzar la calle mientras que un carro venía a toda velocidad en una bajada y la atropelló. Los veterinarios nos dijeron que había movido totalmente todos sus órganos y no había más que hacer que ponerla a dormir. Jacky también fue rescatada con 8 cachorros en los fríos intensos de diciembre y todos los bebés fueron dados en adopción. 

Era muy especial para mí; siempre que llegaba a la casa, era la primera en salir a saludarme, movía su cola de un lado para otro y saltaba tan alto de lo emocionaba que estaba por verme. Por más difícil que resultara mi día, siempre me esperaba con ansias y mi humor cambiaba totalmente. No podía estar enojada con ella.




Por su nombre, le decíamos Pechito blanco,Tepa, Tepita, Pepita y ella entendía por todo. Siempre fue activa y jamás se cansaba. Ella no merecía morir y se fue tan rápido, por eso creo que me dolió más su partida, yo estaba en el trabajo mientras me avisaron que no podrían salvarla.

Ninguna mascota es irreemplazable. Sí, el dolor con el tiempo desaparece, pero su memoria siempre está con nosotros. Recordamos sus travesuras, sus berrinches, sus momentos difíciles en la salud, las payasadas que grabamos y todas las fotos que tuvimos que tomarnos para que vieran a la cámara. Se roban nuestro corazón, cariño y atención. Asimismo nos muestran que existe el amor verdadero, el amor fiel y sincero que pasamos buscando en los humanos.

Lo que puedo decirte es que cuides a tus mascotas. Ámalas, aliméntalas y préstales atención porque ellas también se preocupan por ti cuando estás mal y sin darte cuenta, te consuelan. Tener una mascota es lo mejor que te puede pasar en la vida, pero cuando se marcha, también es doloroso. 

Te puede dar los mejores días de tu vida y el peor cuando ya no estén. Es parte de la vida, pero quedas con la satisfacción que pudiste darle lo mejor de ti, mientras estuvo contigo y que, sin duda, te lo agradecerá siempre.




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