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Ella es Ana Graciela Ovando, una joven que a sus 28 años, ha emprendido y triunfado por una sencilla razón: todas sus habilidades las ha puesto al servicio de Dios. 




Grace, como le llaman sus amigos, ha trabajado desde sus 17 años y, es por ello, que la independencia es una de las cosas que mejor la definen. El ímpetu y sus enormes ganas de comerse al mundo la hacen protagonista de una historia inspiradora.




Grace sabía que quería estudiar diseño gráfico y comunicación, también en qué universidad quería hacerlo. Sin embargo, sus padres no tenían la capacidad económica para cubrir el costo de su educación. Pero, Grace, una persona altamente resiliente, negoció con su padre para que este la apoyara con los primeros pagos, mientras ella conseguía trabajo y así lo hizo.

Quien trabaja y estudia sabe lo difícil que puede ser compaginar ambas actividades y aún así tener tiempo para compartir con los amigos, la familia y también estar a solas. 

Así que Grace, optó por descubrir nuevos horizontes laborales y empezó a trabajar por concepto de freelance. Sin embargo, los costes de su carrera la orillaron a conseguir un empleo nuevamente en una empresa en la que gozaría de un salario estable.

No obstante, Dios tenía otros planes para Grace. 

Ella, una persona con actitud positiva, se vio inmersa en una empresa en la que el clima laboral empezó a ser una carga emocional. Estaba clara en una cosa: su jefe no era un líder y ella siempre había anhelado que su jefe pudiera ser su mentor. Una vez más, Grace optaría por hacer los sacrificios que fueran necesarios para continuar cumpliendo con sus metas de vida, esta vez decidió soportar el ambiente laboral porque quería pagar una especialización en coaching.

A finales de 2016, despidieron a la única persona con la que tenía afinidad. Fue un golpe duro, asegura. Pero, no hay mal que por bien no venga, pues, como un detalle de despedida para esta persona, Grace trabajó en su primer lienzo. Sus amigos al ver su trabajo la motivaron a hacer algo con su habilidad de dibujar. Pero, aún cuestionaba si la idea podría funcionar o no.




Fue entonces, cuando Grace atravesó por situaciones personales que la hicieron sentir tristeza y soledad. 

Su refugio fue encontrar frases positivas y letras de canciones que la animaran. Pronto, se vio dibujando en su cuaderno pequeñas caricaturas con frases de ánimo y positivismo. Fue justo en este punto, en el que Grace comprendió que disponía de todo lo que necesitaba para emprender.




En retrospectiva la vida había hecho de Grace el prototipo perfecto para empezar algo propio. Desde sus 17 años era una mujer independiente, que conocía la responsabilidad que conlleva la administración del dinero, que tenía las habilidades para hacer cosas que impactaran la vida de las demás personas y sobre todo tenía la certeza que Dios estaba detrás de todo esto.




Finalmente, Grace decidió poner sus dones al servicio de Dios y con la fe puesta en que todo iría bien. Fundó su empresa que recibe el nombre de Maniitas World, la cual se dedica a crear detalles personalizados para regalar. Asegura que lo que más le gusta de su proyecto es que las personas que le piden un lienzo deben conocer a quién se lo quieren regalar; además decirle qué tipos de dibujos quieren que se incorpore al lienzo y qué palabras son las que quieren compartirse.




Hoy, Grace trabaja detalles en cerámica, lienzos, cuadros y paredes. Grandes empresas la han contactado para trabajar con ella y todo va por el mejor de los caminos. 

Grace asegura que la clave de su éxito es mantener la actitud correcta, es decir, pensar y creer que uno realmente puede lograr lo que se propone y además, explica, que para ella lo más importante ha sido caminar agarrada de la mano de Dios. 

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