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Ayuda a los niños para que vuelvan a la escuela, al medio ambiente y limpia los pulmones. La pequeña estructura metálica llegó para cambiar la vida de los habitantes de Tecpán.






De niño su padre le enseñó sobre la vida con ejemplos. El valor del trabajo, la caridad, el amor al prójimo y la responsabilidad que se lleva cuando se tiene un poco más.

Al tener su propia descendencia, la idea de emular las enseñanzas recibidas siempre rondó su cabeza. Pero con sus hijos en uno de los colegios más plásticos de Guatemala, donde el inglés y el materialismo sobrepasan todo, esto sería muy difícil.

Fue entonces que un post de Facebook, de una amiga de la infancia, le dio la respuesta. “Dar un poco y donar tiempo a los más necesitados”.

Varias jornadas, un objetivo

Ese sábado subieron a sus autos, viajaron los 80 minutos que toma llegar hasta la pequeña aldea. Una caravana de voluntarios hacía el recorrido hasta Chimaltenango.

Eso sí, antes de apuntarse a la aventura, donaron US$250 para hacerse de una Dora y entre ellos Rodolfo y sus dos pequeños. La agrupación International Esperanza Project, por medio de sus donaciones cubre una parte de la ayuda, los voluntarios otra y los vecinos pagan Q250 para recibir el beneficio.

Al llegar a la comunidad, los niños no se extrañaron de la falta de piso, en las casas, o de la ahumada lámina de la cocina. “Lo que más les extrañó fue la felicidad con que las familias les recibieron”.

Ellos no tienen nada y estaban contentos de vernos y ni nos conocen, recuerda Rodolfo Jr. Las familias compartieron y entre todos trabajaron para instalar las cuatro unidades que contemplaba la jornada.




Dora llega desde Quetzaltenango

Cada Dora llega desde Quetzaltenango y servirá para cambiar los hábitos de vida de las familias de El Molino. Allí desde hace más de cinco años dos hermanas han promovido el cambio.

Laura y La Keshi, han tocado puertas y abordado a sus amigos, como a Rodolfo, para financiar la obra. “Les pedimos su ayuda y para que vean a dónde va su dinero, los invitamos a instalar las estufas y conocer a las familias beneficiadas”.

Hay otra modalidad y esa se da cada seis meses. Instalaciones masivas, de hasta 60 unidades, todo con el objetivo de convertir la aldea en un área ecológicamente amigable.

Para estas jornadas la ayuda viene desde fuera, asegura Laura, de los Estados Unidos concretamente. “Es una especie de turismo de ayuda, en la cual los gringos pagan sus gastos y además hacen el aporte de dinero para comprar las estufas que se van a instalar”.

De la cocina a la escuela

Para las familias de la aldea, la llegada de Las Canches ha revolucionado la forma en que se vive en El Molino. “Antes mandábamos a los niños a buscar leña y si daba tiempo se iban a la escuela”.

Hoy las Doras han recortado el tiempo de recolección de leña, asegura Laura. “Las señoras usaban hasta 15 leños para calentar la comida, pero con las Doras, solo necesitan dos o tres”.

La eficiencia en el consumo de madera, ha redundado en que las mamás “se inquieten de ver a los niños en la casa y los manden a la escuela”, comenta Laura.

Hoy, la asistencia a clases no solo es más regular, sino que la cantidad de niños en los salones ha aumentado. “Es algo muy gratificante ver cómo una pequeña acción cambia vidas”, asegura La Keshi.




En el Molino van avanzando

El trabajo que Las Canches, Laura y La Keshi, han hecho en la pequeña aldea aún no está completo, pero Las canches ya sueñan. “Un 20 por ciento de las casas cuentan con la estufa ecológica y es tiempo de pensar en ampliar la cobertura”.

Las hermanas han identificado otra comunidad donde los vecinos están anuentes al cambio y ven la importancia de proteger el medio ambiente. “Esperamos terminar esta parte del proyecto para seguir con la próxima aldea”, expresan.

Y si todo sale como se prevé, otros gringos vendrán y más caravanas saldrán de la capital rumbo a Chimaltenango. Pero, lo más importante, muchos Juniors verán la realidad de su país y trabajarán para cambiarla.

Quieres donar u obtener información para las jornadas de Doras, comunícate con Laura de Estrada al 5514-9550 o escribe a laura.estrada@i-ep.org

Si quieres conocer más del proyecto visita: 

International Esperanza Project

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