Paco Méndez: El comisario va a la universidad (1a. entrega) imagen

Extrañas muertes acontecen en la ciudad capital. El comisario y su equipo son alertados para la investigación. Por otro lado, Wenceslao, tendrá que visitar las aulas universitarias, la pinta, la tiene

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Extrañas muertes acontecen en la ciudad capital. El comisario y su equipo son alertados para la investigación. Por otro lado, Wenceslao, tendrá que visitar las aulas universitarias, la pinta, la tiene…

El cuerpo del muchacho permanecía estático sobre el sillón del auto. La cabeza había estallado contra el timón. Las bolsas de aire no habían funcionado. El comisario Wenceslao Pérez Chanán pensó que quizá no las portaba. Aparentemente se trataba de un carro usado que había sido comprado en Estados Unidos.

Fiscales del Ministerio Público habían precintado el área. El Chevrolet Neón y el poste partido abarcaban unos 30 metros cuadrados. Patrullas policiales, ambulancias de bomberos, picops del MP y otros vehículos de la prensa ocupaban casi 50 metros de la zona conocida como el Columpio de Vista Hermosa, un bulevar apetecido por conductores para probar la potencia de sus motores. Las filas de autos, piloteados por curiosos pilotos, abarcaban más de dos kilómetros. Era mediodía del último lunes de marzo.

Wenceslao explicó a sus dos detectives estrella, Enio y Fabio, que la presencia del equipo era simplemente rutina, pues se trataba de un accidente y no de un crimen. El hecho de que los tres estuvieran presentes se debía a un presentimiento que el comisario Pérez había tenido, pero que no había transmitido a sus detectives.




Dos horas antes, mientras escribía con dificultad correos electrónicos para su amigo escritor, detenido en una cárcel de Costa Rica, Wenceslao escuchó la noticia transmitida por la radio. El locutor expresó que se trataba de un joven universitario, quien manejaba a excesiva velocidad, había perdido el control de su auto, invadido el carril contrario e impactado contra uno de los postes del alumbrado público. Luego, agregó, como comentario personal, que era el tercer estudiante de la universidad jesuita que moría en un accidente, pues dos semanas atrás habían fallecido otros dos en situaciones similares. Esta última parte fue la que a Wenceslao le provocó dejar de escribir. Revisó los archivos de accidentes y comprobó lo que expresaba el locutor. Algo le había olido mal. Por esa razón llamó a Enio y Fabio y los citó en la escena del accidente.

Cada uno se dedicó investigar lo que el comisario le había asignado. Enio se encargó de todo lo relacionado con el accidente: el auto, resultados del peritaje y conclusiones de los fiscales. Fabio, por su parte, todo lo que se refería al cuerpo, su identidad; más adelante, de ser necesaria, la autopsia, referencias, pertenencias, celular, computadora, prácticamente todo.

Ambos detectives parecían escépticos, pero sabían que cuando el comisario Wenceslao Pérez Chanán reparaba en algo, era porque debía ser objeto de investigación. El comisario conversó con los bomberos, especialmente con Darwin Baudilio, quien le manifestó que la excesiva velocidad parecía la causa del aparatoso accidente. El comisario le preguntó si él había cubierto los otros dos accidentes de los estudiantes. El bombero le respondió negativamente, pero le dio el nombre de quien estuvo en las ocasiones anteriores.

Ilustración: Tenshi Arts

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