Si alguien sabe lo que es tener enemigos es Víctor Porras, el ex agente de la PNC que marca tendencia en las redes sociales. Con 29 años de edad, él es un temerario. Desafía a Ministros y Directores al subir videos, mostrando los trapos sucios de la institución de seguridad.
Emplea las redes sociales lo mismo para convocar a una manifestación a los agentes, que para enviar mensajes de dolor por la muerte de un uniformado. Y sus seguidores siempre se inclinan en respuesta para bien o para mal.
Calculador, no. Neutro, mucho menos. Víctor está de lado de los policías de a pie. Administra las redes sociales Orgulloso de mi PNC, y desde allí lidera su batalla campal porque a los agentes no se les cobre por el uniforme -reciben 2 en sus 20 años de servicio- y no se les limiten las municiones, reciben 30 tiros en los 20 años de trabajo.
Sus apariciones en la página son justas dice él, para exigir que se les reconozca un mejor salario -un agente gana Q2,500. de salario base- y se les asegure cama y un espacio honorable para habitar.
Una batalla en la redes
Pero Víctor no siempre recibe elogios en sus comentarios. Oscuros personajes, con perfiles falsos tratan de disuadir a sus seguidores mandando pequeñas dosis de mentiras. Le incriminan de todo. Que lo financian poderes ocultos, que solo busca un puesto, que es asaltante. El exPNC ríe. Me voy a preocupar el día que ya no hablen de mí, acota. “Nunca se está bien con Dios, ni con el diablo”
Pero aún así abarca cerca de 50 mil seguidores que se mantienen leales. Y su alcance en las redes sociales lo demuestran, un millón y medio de personas se enteran en sus mensajes de lo difícil que se torna pasar del portón de la academia policial como un agente más de PNC a la calle -un 50 por ciento de graduados tienen entre 20 a 25 años de edad- Lo sabrá él que en su efímero paso por la PNC cuidó puertas, comió tortillas con tortrix y nunca obtuvo un permiso para conocer a su hija cuando nació, la apreció hasta que presentó su renuncia.
Lo que empezó como un intento de mantener unida a la PNC por redes sociales, hizo que las denuncias de ofensas, golpes, maltratos y carencias a lo interno de la institución fueran vistas y conocidas por toda la ciudadanía.
Un espacio de denuncia
El día que Víctor cruzó la puerta del hospitalito de la PNC y grabó los tormentos que allí se viven, sin medicina, sumado con la inmoralidad del entonces subdirector, puso en riesgo su vida. Haberlo puesto a los ojos de los usuarios en sus redes molestó a algunos.
¿Frágil? si. Víctor es el prototipo de persona que demuestra cuán indefenso se puede llegar a ser al exponer sus ideales en Orgulloso de mi PNC.
En abril próximo, rememorizará que hace un año esa cicatriz en su cabeza, en la sien, en el brazo izquierdo y el abdomen casi lo llevan a la muerte. “Los sicarios remataron mi cabeza yo lo sentí y vi todo. Mi madre me sostuvo en su regazo y le dije voy a salir de esta”.
Y salió. Víctor no murió como querían los malos, aquellos que pretendían que las denuncias y reclamos en Orgulloso de mi PNC quedarán ahogados en su garganta.
“Le temo a la muerte, después de estar tan cerca de ella me di cuenta que la vida se va en un segundo, y a pesar de que lo que hago es peligroso, no lo dejare de hacer, tengo miedo a haber pasado por todo esto y no lograr nada”.
Un Quijote uniformado
Porque Víctor es el único que se atrevería a decirle al ministro de gobernación “que se los ponga bien puestos y reclame un mejor presupuesto para dotar de herramientas a la PNC para que no sigan muriendo mis compañeros”.
Cuando grabo las camas derruidas donde dormían los policías en una sede, un video que califica como el de la vergüenza, le caló a 500 mil personas. ¿Curiosidad? ¿morbo? o ¿solidaridad? cualquier cosa es posible en las redes, pero haber desnudado la paupérrima situación hizo que su página fuera y sea seguida por los ciudadanos civiles y uniformados.
¿Glorias? el inventario de Víctor se resume en la presión desde Orgulloso de mi PNC y las manifestaciones convocadas a través de la página, la aprobación de un bono para los agentes, conciencia en la población de una PNC que los protege y un vínculo de hermandad entre miembros de la institución de seguridad.