¡Buenas tardes! Somos ex mareros y queremos un quetzal imagen

No aceptan un no por respuesta. Los pasajeros tienen que ceder por miedo. Un quetzal podría costar su vida si no se los dan.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

¡Buenas tardes! Somos ex mareros y queremos un quetzal




-Hoy queremos dirigirnos a ustedes para contarles que nosotros somos ex mareros vaaaaa.

-O sea que antes cometíamos extorsiones, asaltos y de todo vaaaa. Pero ya no queremos hacerlo.

-Y por eso subimos a este bus para que ustedes colaboren con nosotros vaaaa.

-Un quetzal es lo único que pedimos para poder mantener a nuestra familia ya que nadie nos da trabajo.




Es media mañana. Alberto va en uno de los buses de la ruta de Mixco. En una parada, justo la que está en el monumento en el centro comercial Eskala, sobre la Roosevelt, se divisan cinco hombres.

Paran el bus. Se suben. El piloto no los voltea a ver, ni les pide el pasaje. Se hace el loco.

Van vestidos con pantalón flojo a media nalga. Camisas holgadas. Con el peculiar corte de pelo al ras.

Mirada penetrante. Tan profunda que te asusta el solo pensar que no llevas un quetzal en la bolsa y no te van a creer.

Así es lo que se siente ir sentando en un bus colectivo.




No importa la ruta. Lo hacen en la calzada Roosevelt, Avenida Petapa, Aguilar Batres o en la Martí

Y no son los mismos, pero por la forma en la que hablan y piden dinero, pareciera que se tratara de jóvenes clonados porque tienen el mismo discurso.

Son pandilleros. Y apelan al chantaje. Y los usuarios de los buses, tiemblan.

Les tienen miedo. ¿Y quién no? Si van en grupo. Si alguien se hace el loco y no quiere dar un quetzal, comienzan a tocarle la espalda con el dedo hasta que ceden.




O peor aún, tocan las bolsas de los pantalones de los pasajeros para corroborar si tienen o no dinero.

Sí. Quizás tú y yo somos afortunados de poseer vehículo. Pero los que no, tienen la mala fortuna de vivir todos los días esta escena.

Alberto, la ha vivido y casi todos los días. En una oportunidad se subió en la Avenida Reforma y en su trayecto hasta la Avenida Petapa tuvo que desembolsar Q5, porque cinco veces se subieron a pedir dinero.




Nos estamos rehabilitando. Y venimos a venderles un dulce para ayudarnos con unos quetzales para vivir vaaaaa. Mentira.

Es un asalto en despoblado, porque allí, adentro del bus no hay quien te proteja, no hay policía, y debes dar lo que te piden o quieren de ti.

Y les ocurre a los ciudadanos de a pie que de día salen de sus hogares a las cinco, seis o siete de la mañana a trabajar o estudiar, y retornan a las cuatro o cinco de la tarde cuando no van a la universidad. Viven bajo el temor de las maras que ahora se suben a los buses a extorsionar y nadie los protege. Así como me lo contaron, te lo cuento.

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte