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Lo bonito de tener amigos de diferentes edades es que uno descubre como “se hacían las cosas antes”. Un día Héctor de 40 años me dijo: 

Antes sí era sufrido conseguirte una novia, ¿queres saber cómo era?

Si, quiero saber” –comenté. Se acomodó en el bean bag y empezó su narrativa. 

Te voy a contar como era el proceso que yo viví cuando era chavo allá a inicios de los noventas.

Antes la ley era no andar sólo por aquello de que vieras en la calle a una chava, muy linda, que te gustara. No hacía falta el cuate que rápido te decía “ella es del Colegio Belga”. Sabíamos lo difícil que era conseguir novia, entonces nos hacíamos la “upa” entre todos y así iniciaba el “motor de búsqueda”.

¿El motor de búsqueda? – Pregunté







Si, todos empezábamos a averiguar con las amigas, las conocidas, primas o alguien del referido centro de estudios para poder conseguir –aunque sea- su nombre.

“¡Ahhh, ya se a que te referís con motor de búsqueda!” –me reí y entendí que Héctor se refería al Facebook.

Si, antes todo el mundo se enteraba que esa chava te había gustado porque era una cadenita hasta llegar a oídos de ella. Ahora, no sabes si el chavo que te está agregando al Facebook es porque quiere venderte alguno de sus productos o es que le gustaste “jajaja” –me dijo muerto de la risa.

Además, ahora con el Facebook hasta las chavas les hablan primero a los hombres. Y así, ¿qué les va a andar costando a ellos?

Cierto” – pensé y continúe escuchando

Yo salía de estudiar a la 1:30 y la salida del Belga era a las 2:30 de la tarde, entonces nos esperábamos con mi amigo a que salieran las chicas y allí localizar a nuestro contacto y averiguar. De mucha suerte encontrabas a alguien y de entradita, “hola que tal, mira disculpa como se llama ella”. En menos de un par de minutos sabes que “ella” como era conocida por tus amigos desde hace un mes (no la conocían y ya les caía mal) se llamaba Pamela y estaba en 4 secretariado bilingüe y no tiene novio. 

¡Lotería!






Rogabas a tu contacto que te la presentara, no muy convencida pero desesperada por tus ruegos accedía, por fin le lograbas hablar y le pedías su número telefónico, pero como no te conocía no te lo daba. Así pasas días mandándole cartas hechas a mano a Pamela vía tu amiga (el contacto) y llegas a diario a la salida del colegio de señoritas para “que te conozca” y luego de un mes al fin –con suerte- te daba su número. Mi insistencia valió la pena porque me lo dio: 23876.

¡Eso era lo más fácil! –me dijo exaltado

¿A qué hora te puedo llamar? Era la pregunta que tocaba hacer, porque mija antes “que tu celular ni que nada”… antes llamabas a la casa. “Después de las 6, chau” te decían.

Uno se quedaba todo inquieto e impaciente, olvídate eran unos nervios terribles. Luego de interminables tres horas agarrabas el teléfono de tu casa llamabas y escuchabas cada “ring ring” hasta que por fin al otro lado escuchabas la voz de quien únicamente has oído que es un tipo implacable, el coronel García, el papa de Pamela.

¿ALÓ QUIÉN HABLA? Buenas tardes, disculpe esta (gulp) Pamela…

¿MMM DE PARTE DE QUIÉN? De José Antonio por favor

¿NO TENES APELLIDO? Si, Castillo señor.

¿QUIÉN ES TU PAPA EN QUE TRABAJA? (para este entonces ya estabas asustado –me dijo) Se llama José Castillo igual que yo y trabaja en Finanzas señor.

MMMM BUENO. ¡PAMELA TE LLAMA UN TAL JOSE, TE APURAS!

Sentís la gloria y ya podes hablar con Pamela un poco más tranquilo y después de dos meses de llamadas y visitas al Colegio Belga le preguntas si va a ir a la Kermesse del Liceo Guatemala. Pamela claro que quiere ir, pero “tienes que pedirle permiso a mi papa”. 

 Jesucristo, hubiera preferido enfrentar al Kraken.






Buenos días Don Antonio ¿Qué tal, cómo esta?

¿ASI QUE VOS SOS EL QUE VIENE A PEDIR PERMISO NO?

Así iniciaba el interrogatorio estilo Gestapo, donde luego de dos horas y media, y luego de la súplica de Pamela y Doña Pamela para que nos dejara ir… el Coronel nos dejaba ir.

Junto a Pamela iban sus dos primas, cuidándola. Cuando llega el mero día de la Kermesse (luego de seis meses de cortejo -aclaró), la pude tomar de la mano, y al despedirse, pues las llegaron a traer a las 2 en punto, en un segundo que pareció eterno, pude probar sus dulces labios.

Héctor terminó y preguntó: ¿Ves que antes era difícil?

Nada que discutir, tenes tanta razón. Ahora los chavos ya no nos llaman porque el WhatsApp es suficiente. Ya no experimentan los nervios de tener que llamar a una chava por primera vez (obvio, menos de hablar con el papá antes que a nostras mismas). Más bien ahora sienten ¿miedo?, de tener que salir con la chava por primera vez porque por el WhatsApp todo es fácil pero en persona… la cosa cambia.

Pedirle permiso a los papas, ya no se hace tampoco. Y a veces creo que muchos chavos le huyen a enfrentar a los papas… hasta cuando ya es estrictamente necesario, entonces dan la cara. Pero, ¿antes? ¡pfff! Por nada del mundo. Ahora una es la que tiene que pedir el permiso a los papas y enfrentarse con ese interrogatorio de “¿y quién es ese?, ¿y qué hace, ¿de dónde lo conoces?”

¡Y olvídate, Héctor! ¿Agarrarse la mano por primera vez después de 6 meses? ¡Ahora sos una monja si no te lo agarras en menos de un mes! Antes eras amigo y después novio, ahora sos “conecte”  y después sos novio “oficialmente”.






Los tiempos han cambiado. No sé si la forma de “cortejar” ahora es más fácil, pero quizás la forma en que nos buscan ahora los chavos nos limita a conocernos en verdad.

Por: Héctor Castañeda y Pamela Avilés

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