EL ORIGEN
No se lo podemos atribuir a una persona o a una fecha específica y existen varias leyendas respecto a su procedencia. Hay quienes creen que se remonta a la llegada de los españoles, quienes nos trajeron los embutidos y las costumbres de comer platillos fríos. Por otro lado, las tribus que vivían en nuestras tierras aportaron las legumbres y las verduras. Se cree que esta fusión de culturas generó una delicia en las cocinas guatemaltecas, que llegó a volverse la tradición que conocemos actualmente. Hay otros que creen que un gobernador antigüeño llamado Martín de Mayorga, cortó el suministro de agua y alimento a los pobladores que no quisieron trasladarse de la Antigua Guatemala, luego del terremoto. Esta leyenda cuenta como las mujeres, en su gran ingenio, mezclaron todo lo que les quedaba y les parecía comestible para crear un tipo de ensalada, que hoy llamamos Fiambre y así poder alimentar a sus maridos. Una tercera versión, cuenta que, por ser el Día de los Muertos, nuestros antepasados llevaban a los cementerios los alimentos favoritos de todos sus difuntos y los mezclaban, sentándose a compartir esta mezcla en familia, para recordarlos. Lo que sí sabemos, es que es una de las tradiciones más particulares y características de nuestro bello país, algo que, por alguna razón, ha sido invariable a través de los años y nos permite recordarnos en este día de nuestros inquebrantables lazos familiares.
EL TRASFONDO
El fiambre es el plato más emblemático de nuestra gastronomía guatemalteca. Representa todos los colores de nuestro país, el arte, la mezcla de culturas y la particularidad de cada hogar. Más allá de esto, representa el poder parar un día y recordar a nuestros antepasados; nos incita a voltearnos a ver los unos a los otros y darnos cuenta de que a pesar de que la vida cada vez se vuelve más demandante, lo único que tenemos al final es nuestra familia, nuestras tradiciones y nuestros valores. Sin importar el origen de esta tradición, es algo que siempre se ha comido en familia. Increíblemente, es un día que todo para, se detiene el estrés matutino e incluso se nos da asueto en nuestras labores. Qué importante tomarnos unas cuantas horas para ver que la vida está pasando enfrente de nuestros ojos, que las mismas caras con las que compartimos el Fiambre del año pasado, hoy tienen más arrugas, menos dientes o unas canas de más. Esto es parte de lo que lo hace una tradición tan especial, que, a comparación de otras, sucede en casi todos los hogares de nuestro país.
LA FAMILIA
La bendición de tener una familia, la oportunidad de compartir con todos ellos una vez al año durante esta importante fecha, más allá de si se come Fiambre (o pizza, para los mañosos), es algo que todos tenemos que valorar. En esta ciudad hay alrededor de 5000 niños y niñas que viven en las calles y no tienen la dicha de tener una familia; al menos dos menores huérfanos son rescatados diariamente de este panorama, por la Policía Nacional. Es por eso que hoy debemos nuevamente reflexionar acerca del valor de nuestras familias. Aprovechemos ese descanso que nos da nuestra Guatemala, para ver más allá de nuestros celulares, a las personas que han estado allí desde nuestro primer Fiambre. Cobremos consciencia de que ninguna familia es perfecta, pero usualmente vamos a poder aprender cosas muy distintas de nuestros parientes mayores, a las de la típica información accesible que encontramos en el internet. Conozcamos a las personas que están detrás de nuestros tíos más lejanos, preocupémonos por verdaderamente saber quiénes comparten nuestro apellido. El Fiambre y el Día de Los Muertos, tiene valor por ser parte de las familias guatemaltecas, se basan en el pasado y representan un día para recordar de dónde venimos. No permitamos que el cambiante mundo, nos quite nuestros valores de raíz y no olvidemos nunca, que estos hacen de nuestro país un lugar cálido, lleno de gente buena y cariñosa; porque lo que caracteriza la eterna primavera, no solamente se trata del clima, sino de las personas con corazones calurosos todo el año.
