UNA ERECCIÓN CON UN PROPÓSITO imagen

Al principio creí que se trataba de una erección regular, de las erecciones habituales, breves y tímidas.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

La tarde del dieciséis de abril fui visitado por una erección.

Yo estaba nervioso, no por la erección, sino porque faltaban pocos minutos para que presentara los “Resultados Finales del Microproyecto de Reforestación con Árboles Frutales en la Comunidad de Paluwa’, Nentón, Huhuetenango, dentro del Marco de los Microproyectos de la Embajada de Alemania en Guatemala” frente a los distintos ejecutores del proyecto, así como del personal de la embajada y los facilitadores de los fondos, quienes habían viajado desde el país germano.

La erección se insinuó por primera vez mientras Karlita, la coordinadora regional del programa, me entregaba una cañonera y entonces yo podía notar cómo sus profusas clavículas saltaban por debajo de una blusa naranja de cuello alto sin mangas.

Al principio creí que se trataba de una erección regular, de las erecciones habituales, breves y tímidas, que hacían su aparición casi siempre que veía a Karlita, pero esa apreciación cambió cuando la erección comenzó a hablarme.

—Hola, Marco Tulio.

—Es… ¿es mi erección la que está hablando?

—Esa soy yo, precisamente. ¿Qué tal? ¿Ocupado?

—¿No estás viendo? ¿Y por qué andás acá? Ahorita lo que necesito es conectar este cable en…

—Ese es un cable VGA, no lo pongas donde dice VGA OUT sino en el puerto uno o bien en el dos.

—Okei, gracias. Ahora, ¿me podrías dar chancecito, disculpá? Esta presentación es importante y todavía tengo que ver si funciona el video porque…

—Oooh, yo aún no me voy, Tulito. Además, vos mismo me invocaste. Mirándole las clavículas con lujuria a Karlita, mientras ella, toda amable, te atendía. Es porque, detrás de tu matrimonio funcional, tus consultorías con fondos europeos, tus camisitas serias a cuadros y tu yipito de ingeniero agrónomo, seguís siendo el mismo adolescente mañoso de siemp…

—¿QUÉ? ¿Puedo saber desde hace cuánto me conocés?

—Aaaah, casi una vida, mi apreciado Marco Tulio. Pero pronto llegaremos a eso. Qué tal si hablamos sobre Karlita. ¿Notaste que todo esto de la venida de los alemanes la tiene agitada? Por eso su cara se ve colorada y estando allí nosotros, esperando la cañonera, ella se hizo una cola alta con sus saludables rizos castaños en una acción que dejó expuestas sus axilas tersas y ligeramente más pálidas que el tono bronceado de su piel.

—Jajá. Ya vi lo que querés conseguir, loco. Hagamos esto: casaquiemos al rato. ¿Te parece? Es que en este momento sí no tengo tiempo. Me está llevando la chingada porque esto no proyecta la…

—Creo que el problema es con el contador de la cañonera. Debes reiniciarlo y ajustarlo a cero. Por eso te marca error.

—Aaah. Sí, cabal, allí estaba el clavo.

Pero ahora el color, no sé qué…

—Pienso que me estás subestimando, Tulio.

—¿Ah? Perdón pero solo sos una erección. Tengo una de ustedes al menos cada hora.

—Uy, oigan al hombre, tan viril. A ver, mira, esas que decís son erecciones débiles. Impulsos nerviosos torpes, cuyo entusiasmo por florecer las condena a una existencia pueril e inmemorable. Yo, en cambio, soy diferente. Yo soy una erección con un propósito.

—¿Qué? Sho. ¿Qué propósito innato puede tener una erección?

—Bueno, para empezar, Tulito, yo… ¡Hey, mira, es Karlita, la coordinadora!

—Shhh, quieto pues, mano.

Hola, Karlita.

—¿Cómo vamos, chico?

—Bien bien, tú. Solo que me está tirando la imagen azul, no sé por qué.

—Híjole. Déjame ver, creo que le tienes que ir ajustando con este botón, aquí en el menú, en donde dice “Imagen”.

—Bueno, Karlita, voy a probar.

—Oki. Fíjate que ya me llamó Hans que se están parqueando. O sea que en unos minutitos estarán por acá, y así arrancamos.

—Muy bien, Karlita.

—Entonces ya vuelvo, tú.

—Hola, Tulio. Te invito a ver hacia abajo.

—AAAAGH. PUTA. ¿Qué estás haciendo?

—Qué estás haciendo tú, querrás decir. Todo calentón con seño Karlita.

A ver, dime, Tulio, ¿te fijaste en sus hombros? Tienen una apariencia de ser tan suaves. Y cuando estuvo cerca de nosotros, explicándonos cómo calibrar la imagen que proyecta la cañonera, noté que sus hombros olían a crema de manzana paraíso y chantilly. Apuesto a que se la aplicó luego de salir de bañarse.

—AAAGH MALDITO. Y esta imagen que no…

—Es porque tienes que subirle a los rojos, es en la ¨R¨. Eres un individuo muy simplón, Tulio. Siempre lo has sido.

—Sabés qué. Ya, en serio. Andate a la verga.

—Pues… acá estoy, ¿no?

—Sos una basura. Cómo voy a pasar a presentar los resultados del proyecto con una erección. Con mi pene inflamado. Decime, cómo.

—No es mi problema, Tulio querido. Lo que pasa es que nunca debiste haberme abandonado. Por eso decidí aparecerme hoy, justo para tu gran día con los alemanes. Das ist lieblich.

—¿Qué? ¿Abandonarte?

—A ver, Tulito. Qué tal si aprovechamos el marco de esta fea foto de una fila de árboles de nísperos en la comunidad de Paluwa’, cubierta por un filtro azul que le brinda una atmósfera de melancolía, para realizar un pequeño viaje al pasado, ¿sí?

—Pero Hans… y los demás alemanes…

—Bueno. Pues vas a tener que escucharme, maje.

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Ilustración: Gustavo Fajardo a.k.a G1ft3d
https://www.facebook.com/g1ft3dart/

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