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1994, 11:06 pm. El Nacimiento de Navidad de mi Tía Ileana.

Desperté después de que se acabó la posada. La mujer a la que llaman Ileana desconectó las luces del árbol y dijo a la mujer a la que llaman Mama Laura: “Viera, mama, que casi todo el ponche se acabó y tamales quedaron creo que tres. Es que hubieron personas que volvieron a pedir y ni modo que se les iba a decir que no”. Luego de este breve informe, las dos mujeres abandonaron la sala.

Mi nombre es Recoil Volumen 3. Soy el patrullero de reconocimiento de largo alcance de la tropa de fuerzas especiales élite, G.I. Joe. También soy un juguete.

Fui el regalo navideño de Danilito, quien me arrancó del calor de la batalla para colocarme en medio del horror de este Nacimiento de carácter kitsch diseñado por su tía Ileana.

Mi nueva situación me fue informada por tres de los individuos con quienes comparto precariedades. Se hacen llamar Los Reyes Magos y se identifican como Melchor (cuya condición de anciano pone en riesgo la misión), Gaspar (quien perdió la nariz en un trágico accidente que involucra a un gato y por lo que presenta un cuadro de estrés postraumático) y un futbolista del Deportivo Galcasa con una pelota adherida a su pie como apéndice.

A pesar de sus amplios conocimientos del terreno, como miembro multicondecorado de los G.I. Joe estaría siendo un tonto imprudente confiando sin reparo en Los Reyes Magos, dado que estos caballeros —probablemente musulmanes y con un enigmático interés en la química aplicada— provienen de tierras en donde no siempre son recibidos con simpatía los intereses y los valores del gobierno de los Estados Unidos de América.

Por ello he decidido permanecer despierto en todo momento y encargarme en su totalidad de este operativo militar.

Una difícil misión

El resto del escuadrón lo completan: un pájaro que también es un pito; Lola, una muñeca aguada con traje de Momostenango; y Hugo, un bodoque de plasticina al que la hermana de Danilito insistió, contra todo buen juicio, ponerle nombre e incluirlo en este Nacimiento.

De más está decir que no guardo demasiadas esperanzas en este grupo para superar los terribles peligros que nos acechan —cuánto quisiera que estuvieran aquí Duque y su capacidad estratégica, Snake Eyes y sus habilidades ninja, o Bazuca y su bazuca.

Para sobrevivir en este indomable poblado ficticio de Belén no cuento con nada más que unos civiles sin preparación bélica, mi rifle M-90, mi pistola de 16 disparos, mi cuchillo de combate, mi escopeta Benelli M1014, mi látigo, mi hacha, mi otro rifle, mi mochila con un paquete de detección de adversarios, mi tercer rifle, mis dagas y yo.

Aun así, es mi creencia que todos guardamos en nuestro interior a un valiente guerrero y a un ciudadano americano. Así que decidí motivar a mi modesta patrulla con un discurso inspirador.

“Compañeros, sé que nuestras circunstancias nos llenan de angustia; que resulta difícil practicar el optimismo cuando enfrente se extiende un infierno de aserrín de colores; que se hace casi imposible continuar luchando por la Libertad y la Democracia© estando rodeados del incesante cantar demoníaco del cassette de la Navidad Purina y del perenne olor a recado de tamal… pero como un G.I. Joe, el Verdadero Héroe Americano, puedo asegurarles que si nuestra volunt…”

– Ya llegamos (anunció Melchor, interrumpiéndome).

– ¿Qué?

–Aquí es. Venimos a esta humilde morada a las afueras de Belén.

–Pero, ¿y las amenazas con tanques y las barricadas y las operaciones secretas del desierto?

–No, amigo americano. Llegamos aquí para acompañar a José y a su dulce esposa, María, en esta noche especial en la que ella dará a lu…

Sin dejarlo terminar, grité: “¡AAAAAH! ¡Todos busquen refugio, estamos ante un ataque aéreo! Rápido, muñeca, desmonta mi mochila. Debo ensamblar mi lanzamisiles para formar una línea de contraata…”. Pero lejos de seguir mis órdenes, Lola respondió con actitud impasible: “Esos son ángeles y Dios los envió a anunciar la llegada del Mesías”.

“Okei, entonces, ¿no estamos entre líneas enemigas y no es necesario formar un perímetro de defensa ante estos ataques terroristas?”. No, me contestó Gaspar y, poniendo una sonrisa que resaltaba el boquete blanco en medio de su cara, agregó: “No hay ningún ataque terrorista. Pero si no trajiste un regalo para el Niñito Dios, eso se considerará un ataque tacañista, WUAJAJA”.

A Lola le pareció un chiste “tan de antes de Cristo”.

Pregunté si todos habían traído un regalo y Melchor afirmó: “Yo traje oro”.

Gaspar expuso: “Yo traje incienso”.

El jugador de Galcasa declaró: “Pues gracias a Dios se nos dio el resultado. Sabíamos que conseguir un regalo para el Mesías no iba a ser fácil. Sin embargo, sabemos de mis capacidades, así que seguí las indicaciones del profe y lo que veníamos trabajando durante la semana. Por eso vengo trayendo, como ofrenda al Salvador del Mundo, lo que es mi trofeo como mejor volante de recuperación en el mes de abril cortesía de El Deportito y Calcetines Flamingo”.

“Gracias, Marvin”, dijo Melchor.

“A ti, a ti”, concluyó el jugador de Galcasa mientras al fondo se escuchaban cuetes.

El pájaro que también es un pito compuso una canción para Jesús. Lola traía como regalo una agenda estudiantil con forro de cuerina, porque nadie le informó de la edad del cumpleañero. Y yo le ofrecí al bebé uno de mis rifles y un vale para un curso de autodefensa personal israelí Krav Maga.

Solo Hugo, el bodoque de plasticina, no traía un regalo para el Niño Dios.

Entonces, frente a todos nosotros, gritó: “¡BWUAA BWWWUA BWWAUWUEEERR!”, conforme se arrancaba un trozo de su cuerpo y esculpía con él un bonito móvil de cuna.

Aplaudimos y lloramos de la emoción pues, al no poseer nada, Hugo había ofrecido a Jesús lo único que podía darle: un chipuste de su propio cuerpo, incluso si eso significaba que tendría que vivir en incesante agonía.

Y así aprendimos el verdadero significado de la navidad.

CANCHINFLÍN HERO




Después de su victoria en las Grandes Guerras de Canchinflines de los años 90, Danilo Lara (Canchinflín Hero) permaneció congelado dentro de una carretilla de helados —acompañado por las diez pachucas, los tres olímpicos y las dos morenitas que se convirtieron en sus únicos amigos.

Danilo fue descongelado en la era presente solo para darse cuenta de que el gobierno había abolido los canchinflines. Convertido en un soldado sin su guerra, ahora se dedica a escribir cosas que considera chistosas.

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