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Hace muchos años, empezaba mis veintes tal vez, frecuentaba con mis amigos bares en los cuales la trova era el plato fuerte, escuchábamos canciones de intérpretes como Silvio Rodríguez, Los Guaraguao y Carlos Mejía Godoy entre tantos. Este último se convertiría en mi favorito.

Por un buen tiempo grité a todo pulmón la letra de la canción Venancia sin conocer su historia, ya que se había convertido en un segundo himno para mi. Escuchar la letra tan triste, melancólica y oscura me ponía la piel de gallina. Por azares del destino, tendría la suerte de viajar a ese país, lleno de calor, adoquines y ruinas de conflictos previos. Una historia impresionante con levantamientos, ideales, poetas y un personaje que parecía haber salido de un western, Augusto César Sandino. Toda la historia de Nicaragua o, al menos gran parte de ella, me la contaría una muy buena amiga, acompañando los relatos con visitas a lugares históricos, cervezas y la peculiar gastronomía de la región. Apenas comenzaba el gobierno de Daniel Ortega.



Foto de Augusto César Sandino

Mas de diez años después, un 19 de abril de 2018, por medio de las redes me informo vagamente pero con horror que inician disturbios en varias partes de ese país. Los estudiantes universitarios nicaragüenses empezaron a protestar en contra de la dictadura de Daniel Ortega, quien es presidente desde el 2006 y ha colocado a su esposa Rosario Murillo de vicepresidenta. Muchos jóvenes se han ido a las calles a protestar en contra de uno de los últimos vejámenes de un gobierno aparentemente de izquierda, un gobierno que se dedicó a empobrecer un país que dificultosamente se ponía de pie después de la dictadura de la infame familia Somoza.



Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo

En muchos videos cortos pude apreciar cómo los jóvenes usaban adoquines para levantar una barricada y defenderse de los ataques de la policía controlada por el actual presidente y los rastreros miembros de la “juventud sandinista”, quienes atacaron a ciudadanos de la tercera edad, periodistas y a los estudiantes, armados con el anonimato que el mismo gobierno les proporciona. Nicaragua era el país más seguro y pacífico de toda Latinoamérica pese a ser, también, uno de los más pobres. Ahora se debate entre la vida y la muerte, la vida representada por sus jóvenes y la muerte de su actual gobernante y su gabinete.



Juventud sandinista atacando a los protestantes y reporteros.

Hasta el momento, son un poco más de sesenta muertes las que ha provocado Ortega pero, a pesar de la destrucción que esta lucha está dejando en la ciudad, a su vez se van descubriendo más de héroes anónimos; ciudadanos que ayudan a los estudiantes con víveres o resguardo; médicos que proporcionan ayuda a los heridos; sacerdotes que abren las puertas de las iglesias para dar refugio. En sí, todo el pueblo nicaragüense se ha convertido en una fuerza ciudadana que trata de recobrar su país nuevamente. Una brillante luz de heroísmo en el oscuro pasillo de la política latinoamericana.




El país dividido entre los ciudadanos y los delincuentes que apoyan al dictador por unos cuantos córdobas. Una diferencia enorme entre tener valor y tener precio es lo que se ha marcado en esta nación. Ya no hay silencio, apatía o conformismo, Nicaragua clama por su vida y se levanta una vez más. 













Imágenes de las redes sociales nicaragüenses   

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