Ser papá me volvió intolerante imagen

Escuché muchas frases programadas previo a ser papá, algunas de ellas resultaron ciertas. Definitivamente ser padre me cambió la vida, aunque también me volvió intolerante. Lea acá por qué

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

“Hay vas a ver cuando tengas tus hijos”, “sos hijo hasta que sos padre”, “espérate a que seas papá”, “ser papá te cambia la vida”. Frases programadas, hasta aburridas, pero que no dejan de tener sentido.

Lo digo por experiencia, un 11 de marzo de 2014 un grito temeroso y casi desgarrador me despertó de un aparente letargo, me sacudió, me movió las entrañas y me tocó hasta el hueso.

Aún recuerdo esos primeros segundos incómodos, donde un padre aterrado intentaba, sin mucho éxito, sentirse cercano con una indefensa e iluminada bebé, de 47 centímetros y 7 libras con 6 onzas.




Isabela lloró esa primera vez con la misma pasión con la que ha vivido sus primeros años. Fue un despertar para mí, como un domingo después de la parranda, como un Sábado Santo, tras la maratónica caminata.

Horas después, la cargué por primera vez y en esos primeros segundos de confusión supe que lo era todo para mí, que era mi vida y media y que me quitaría, sin pensarlo, mis dos hemofílicos riñones para entregárselos a ella.

Así fue como empezó mi enamoramiento de ese bodoque balbuceante y dependiente. Ahora tras tres años con tres meses y seis días, mi amor hacia ella parece multiplicarse exponencialmente con cada sístole, con cada diástole.

En medio de esa hecatombe, tras el sismo de 19 grados y despertar del profundo sueño, otras cosas empezaron a pasar: me convertí una persona intolerante, quizás demasiado.

Mi intolerancia es peligrosa, me han hecho perder “amistades”, he confrontando a otros, he abandonado grupos de whattsapp, evito descargar las fotos y videos enviados por amigos en chats con sobredosis de testosterona, porque veo en los rostros de la mujer sexualizada a la persona más importante en mi vida.

Dejé de reírme de ciertos chistes que involucran a la niñez, sentí náusea por el estúpido meme que sugería que una niña le practicaba sexo oral a Barney, su personaje favorito.

No soporto los chistes sexistas que insinúan que las niñas pueden ser tontas, o que las mujeres sirven “para hacer la limpieza”. Aprendí a repudiar el chiste de don “degenerado”.

Lo admito soy intolerante, cada día más, ya no soy capaz de soportar una broma en doble sentido en la que se aluda a la niñez.

Tampoco soporto la violencia hacia los niños, mucho menos la trata de personas con fines de explotación comercial y sexual. Me duele más la pobreza, la falta de educación y sobre todo la infelicidad de un niño que se pierde la etapa más mágica y fantástica de su vida.




No es que antes fuera promotor de estas horrendas prácticas, nunca lo fui, pero tenía la capacidad de filtrar cierta información y darle un tratamiento de ruido de fondo, pero ahora no puedo más.

Gracias Isabela por despertarme, gracias por ese regalo de 24 por 24 que me diste hace tres años. Definitivamente solo porque existes tu, puedo llamarme papá.

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte