#RenunciaYa: ¿Es posible canalizar los sentimientos negativos? imagen

Los sentimientos negativos como la ira o la indignación pueden volvernos personas destructivas. Pero ¿Es posible canalizar los sentimientos negativos para el bien de una sociedad?

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Durante el Social Media Day 2015, uno de los expositores planteaba que las protestas que resultaron en la salida anticipada del gobierno del Partido Patriota, iniciaron cuando la indignación se viralizó en internet.

El 2015 fue un año para la historia. La participación ciudadana tuvo un florecimiento que no se había visto en décadas.

Estudiantes de universidades, tanto de la San Carlos como de algunas universidades privadas salieron a las calles en impresionantes manifestaciones ciudadanas que clamaban por el fin de un sistema corrupto.

Usualmente los sentimientos negativos son destructivos. Algunos artículos de psicología abordan el tema de la ira describiendo escalas de enojo.

Los mayores niveles de ira pueden hacernos perder el control y volvernos potencialmente peligrosos para las personas en nuestro entorno, e incluso peligrosos para nosotros mismos.

Pero, ¿es posible transformar un sentimiento negativo para el beneficio colectivo? Demos una mirada a lo que hicimos como sociedad en el 2015.

¿Es posible canalizar los sentimientos negativos?

La indignación, ese sentimiento de ira, de enfado impetuoso que sentimos contra una persona o contra sus actos, usualmente se manifiesta de forma individual.

Es un sentimiento que difícilmente se comparte porque cada persona le da un significado diferente a las acciones de las personas, dependiendo su contexto y su experiencia.

Pero curiosamente, ese sentimiento pasó de ser una vivencia individual, a ser un sentimiento colectivo.




Fue una indignación bien canalizada, porque aún cuando personajes como Luis Rabbé, restaban mérito a las manifestaciones, el sentimiento de indignación no era destructivo, sino de alguna forma, esa ira iba acompañada con un alto sentido de civismo y amor a Guatemala.

Los que cantaron el himno en la Plaza de la Constitución ese sábado, saben a lo que me refiero.

En los meses siguientes, tuve la oportunidad de compartir con personas de diferentes países de Latinoamérica, y sus comentarios eran halagadores.

Si bien las autoridades nos habían puesto en lo peor de las noticias del mundo, la altura con que cada ciudadano se comportó en las manifestaciones, nos hizo acreedores a varios aplausos desde varios puntos del mundo.

¿Cuál es nuestra tarea ahora?

En el 2015 aprendimos a que es posible manifestar la ira y el hartazgo colectivo, y canalizarlo para obtener resultados.

Lo que tenemos de tarea, es procurar que nuestras nuevas indignaciones no sean fugaces ni se queden en un tuit. Debemos volver a canalizar esos sentimientos negativos y demostrarle al mundo una vez más, cómo se hace ciudadanía.

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