Guatemala 02 de junio de 2017
Señora presidiaria
Roxana Baldetti Elías
Señora presidiaria, escribo esta carta, en nombre de los guatemaltecos buenos y dignos, que por dicha abundamos en este país, por mis compañeros de trabajo, con quien he mantenido prolongadas tertulias referentes a usted y sus bochornosos actos de corrupción.
Redacto estas letras y no puedo evitar pensar en mis colegas periodistas, a quienes usted les regaló jornadas interminables de trabajo en los diferentes medios de comunicación. Y es que no hay edición impresa, ni programa radial o televiso donde quepan todos los millones que descaradamente robó para usted y para los suyos.
Escribo esta carta e inevitablemente pienso en la mujer guatemalteca, en la niña que no alcanzó a culminar la primaria, en la ama de casa, en la emprendedora, en aquella señora de cabellos blanquecinos y mirada triste que a diario vende atoles, panes con pollo, “chomín” y frijoles para procurar el sustento para ella y su familia.
Pienso en la madre hambrienta, en esa amorosa que se quita el pan de la boca para darlo a sus malnutridos hijos, medito en la Guatemala profunda, esa de la que su compañero de fórmula hablaba con absoluto desconocimiento.
Hago un esfuerzo por hilvanar mis ideas y plasmar mis reclamos pero no tardo en darme cuenta que mi indignación y la de miles de guatemaltecos honestos y trabajadores jamás cabrán en este reducido espacio.
¿Por qué hasta ahora? Yo también me lo pregunto y es que quizás debí escribirle esto mucho antes, incluso cuando aún se protegía con el manto de la impunidad, ese que le fue otorgado pasajeramente después de obtener esa inmerecida investidura, aunque fuese solo en horario de ocho a cinco.
Nunca es tarde pienso para mí a la vez que reflexiono que, tristemente usted será de esos personajes que por su notoria oscuridad jamás perderán vigencia, pues cada día otra dolorosa y triste verdad suya sale a la luz.
Enumero algunas: los Q181 mil mensuales que usted y él también presidiario Pérez Molina gastaban para el funcionamiento de su avión privado, usted y la forma en cómo se apropió del 70 por ciento de las acciones de un periódico para lavar dinero y dirigir la opinión pública cuando dejara el poder. También compró lujosas casas en Marina del Sur, Los Eucaliptos, una lujosa finca con helipuerto en Chimaltenango, sus lujosos vehículos, decenas de viajes, cientos de miles malgastados en shopping y otra serie de excesos que procuro para usted y sus hijos.
A la luz de esas verdades me pregunto: ¿Cuántos niños malnutridos pudieron ser atendidos con el dinero destinado a complacer sus caprichos y vanidades? ¿Cuántos hospitales pudieron construirse con lo defraudado por la estructura criminal que usted dirigía? ¿Cuántas vidas pudieron salvarse en hospitales públicos? ¿Cuánta calidad de vida perdió Guatemala por su culpa?