¿POR QUÉ CAEN LOS GRANDES? (II) imagen

Reconozca que usted no es el único artífice de su éxito.

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Un tema que siempre es relevante es la conducta humana, los aspectos que varían con el tiempo y aquellos que permanecen. ¿Ha notado recientemente casos de líderes exitosos que lo pierden todo por conductas autodestructivas? ¿Por qué sucede tan frecuente? Existen incontables ejemplos de personas que son ascendidas a una posición de liderazgo y se sabotean: gerentes, empresarios, religiosos, políticos, académicos, artistas.




Manfred F.R. Kets de Vries encontró en sus diversos estudios de casos al menos tres causas comunes a comportamientos autodestructivos: isolación de la realidad, transferencia de los seguidores y miedo al éxito. Analicemos a continuación.

Isolación de la realidad. Es normal que cuando usted asume una posición de liderazgo, le digan cosas como “hay que marcar distancias”. Culturalmente hablando, Latinoamérica suele tener una distancia de poder muy marcada (brecha entre líder y seguidor o jefe y subordinado), lo cual acentúa esta prescripción. Al hacerlo, los líderes naturalmente empiezan a perder contacto con la realidad: esa información de primera mano de sus clientes o colaboradores cercanos, esa retroalimentación informal recibida de colegas o pares, etc.

Transferencia de los seguidores. La culpa del fracaso de los líderes suele estar íntimamente relacionada a sus seguidores mismos. Existe una predisposición natural de los seguidores a buscar infalibilidad en sus líderes, a buscar esa seguridad y reafirmación psicológica que solíamos tener de niños con la figura idílica de nuestros padres. ¿Por qué en momentos de crisis resurgen las personas “sí a todo”? Es precisamente porque en momentos de inseguridad nos volcamos inconscientemente a que alguien externo a nosotros nos resuelva y nos de serenidad. Negamos a los líderes de retroalimentación oportuna, sólo hasta que es demasiado tarde.

Miedo al éxito. Es una causa que parece contradictoria, pero existe un miedo intrínseco al éxito. Todos anhelamos tenerlo, pero solemos tener pensamientos al estar allí como “y si lo pierdo todo”, “y si el éxito me cambia para mal”, “qué tengo yo para merecer este éxito”. Estos pensamientos provocan automáticamente comportamientos compensatorios que son destructores del éxito mismo.

¿Qué podemos hacer para que, a pesar de estas causas, prevenir sucumbir ante el éxito?

Humildad. Reconozca que usted no es el único artífice de su éxito. Usted es humano, se equivocará. Sin embargo, la fragilidad del mensajero no demerita el poder del mensaje.

Sea accesible. Permita que las personas se acerquen y compartan sus inquietudes. Hable directamente con sus clientes.

Provoque la retroalimentación. Comprenda que las malas noticias no son temas personales hacia usted. Acepte información que permita ajustar la visión. No tome a ofensa personal que algo no esté saliendo bien en la organización. Provoque los foros para recabar información.

Descanse. Si usted está sobre cargado de trabajo, su propensión a caer será mayor. No es fácil descansar a veces, pero así como hace agendas para reuniones, agende su tiempo de descanso.

Anhelemos el éxito por las razones correctas y al llegar allí sostengámoslo, sin dañar a terceros en el proceso.

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