¿Podremos dejar de decir: qué indio? imagen

Muchos de ustedes jamás insultarían a una persona por cuestiones de raza, excepto a un indígena guatemalteco.

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En algún momento de nuestras vidas, elija usted cual, después de insistir fuertemente sobre algún tema, cualquier tema, alguien nos pidió desistir con desesperación y dijo “¡qué indio!”.

Puede ser que jugando fútbol, alguien hizo una falta, pegando justo a la espinilla del rival, donde de verdad duele. Gritaron desde la banca ¡qué indiada!

Lo usaron para definir a alguien que insulta, a alguien sucio, terco, holgazán o ignorante. Es suficiente para entender que no te están dando un cumplido.

También está el “no tiene la culpa el indio sino el que lo hace compadre” para quitarle algo de culpa al pobre indígena que en su ignorancia no sabe hacer nada bien, implícito un “ya deberías saberlo” “es tu culpa por confiar en la ignorancia de una raza”.

“¿Cuál es el problema? Yo no me ofendo porque me digan indio, es más, así me han dicho desde el colegio y nunca lloré.”

Pues, señores y señoras, el problema es el racismo. Y lo maravilloso de hablar acerca de racismo es que no se trata de como te sientas tú, sino como se siente el otro. Quitarse el “qué indio” del vocabulario es un acto de empatía hacia los otros, incluso los que no estás viendo, los que no conoces. Es deshacer esa frontera imaginaria que divide a los autoglorificados ladinos de las etnias mayas creando un puente de respeto. Y el respeto, no es un favor que haces a la comunidad indígena, es una obligación que todo ser humano tiene que cumplir.

Durante muchos años, se han escuchado abuelas, padres, amigos en la universidad justificar el racismo como una “diferencia congénita de razas” que el indígena ha nacido para ignorante y que el ladino para destacar. De todas las manifestaciones de la ignorancia, esa es la peor. Una especie de “nacionalismo” solapado que nos heredó una ascendencia colonizadora (real o imaginaria) hasta hacernos creer, durante generaciones, que la comunidad indígena no tiene nada bueno que aportar.

Siempre están los que respaldan su racismo con “ellos son racistas también”. Y sí, es cierto que el racismo puede ir de los dos lados, pero de ninguna manera es una excusa para comportarse con tanta inconsciencia y con tan poco respeto usando frases que están destinadas para lastimar.

Muchos de ustedes jamás insultarían a una persona por cuestiones de raza, excepto a un indígena guatemalteco. Quizá es momento de frenar y aceptar que esas frases hacen más daño que bien y cambiarlas por lo que realmente debimos decir. Si alguien es necio diga necio. Si alguien es sucio diga sucio. Y así, con todas las palabras. Vamos, no es difícil. Vamos, todo va a estar bien.

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