Llegamos con mi bebé a los 6 meses y con ello la ilusión de que empezara a comer. El método tradicional son las papillas, incluso fue el que mi mamá implementó conmigo y no le funcionó. Hasta donde me recuerdo, yo evité cualquier tipo de comida saludable en los primeros años de vida, siguiendo cuando entré al colegio.
Tras la insistencia de mi mamá por introducirme a la comida ahora como absolutamente de todo y hasta de más. Pero estoy segura que hubiera disfrutado si dentro de mi lonchera hubiera habido brócoli o pepino.
Con mis dos hijas he implementado el BLW, se trata de un método de alimentación libre de papillas, en pocas palabras ofrecer al niño trozos de alimentos.
Existen normas de seguridad para implentarlo pero solo el hecho de que rompa con lo tradicional ya es es algo que entra entre las “rarezas” de la nueva crianza.
Pero no es para nada una rareza sino es la forma más intuitiva y natural, por así decirlo, de alimentar a los bebés a libre demanda y respetando su interés por la comida.
Esta es la forma en la que antes se alimentaba a los bebés, pero llegó la industria con sus papillas y toda la revolución industrial que acaparó y poco a poco ha opacado el instinto materno que tenemos.
Baby led weaning (blw), podría traducirse como “alimentación complementaria autorregulada” o “alimentación complementaria a demanda”, es una manera de dar sólidos en la alimentación del bebé sin pasar por las famosas papillas, siendo el propio bebé quien se alimenta por sí mismo usando sus manos.
Con esto se le permite al bebé descubrir sabores, texturas, colores y olores en la comida y le ayuda a desarrollar la coordinación y masticación en menos tiempo.
Yo lo he implementado con María Natalia, en internet hay muchísima información al respecto. De hecho la Asociación Española de Pediatría acaba de sacar una guía donde lo menciona como una opción saludable y apropiada.
No faltará alguien que le de miedo, pero si se tiene acceso a información y acompañamiento nada puede salir mal.