MUESTRA ANTOLÓGICA imagen

La curaduría se decantó por trabajos de formatos domésticos, encontrados en varias colecciones particulares.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

La importancia de los hechos siempre va a ser subjetivo. De su apreciación depende una serie de variantes determinadas, generalmente, por la educación del sujeto que los confronte. El arte guatemalteco navega históricamente en el océano de las incertidumbres; sujeto a un sistema de memoria precario, cuya dimensión se mide por la moda y no por sus contenidos. Sin críticos, los administradores de las artes visuales y escénicas, pierden de vista los valores que ellos mismos deberían fomentar. Una pobre formación se relaciona a una cultura endeble, poco profunda que, finalmente, alimenta sistemas dislocados, sin ideas ni repercusiones.

El Hotel Museo Casa Santo Domingo organizó una muestra cuyos contenidos giran torno a los artistas más visibles de las generaciones del cuarenta y cincuenta, hoy, casi todos, desconocidos. Irónico ¿no? Los primeros, fueron protagonistas del abandono de las corrientes regional-académica, clasicistas y de otros estilos propios del siglo XIX y, los segundos, seguidores de las corrientes sociales alentadas por el gobierno de Jacobo Árbenz Guzmán.




Creadores que fluyeron en un ambiente democrático particular y que, de alguna manera, construyeron el imaginario de adolescentes que hoy rondarán por los setenta y cinco años (o más). Un arte intelectual, sí. De allí que pertenezca a un pasado lejano y difuso.

La curaduría se decantó por trabajos de formatos domésticos, encontrados en varias colecciones particulares. Creaciones íntimas qué, probablemente, se expusieron simultáneamente en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Pinacoteca que toma dimensión al estar reunida, dialogando de nuevo, con el público visitante. Y es en este punto que la colección adquiere un valor singular ya que el sentido de agrupación, su interconexión, ayudan a ponderar su lectura. Los vínculos temáticos, la paleta, el esquema del pensamiento, suman en un todo que rara vez puede ser visto en una sola sala.




Dos artistas bisagra marcan puntos de partida para la integración, el abstraccionismo y el desarrollo de la escultura. Estos son, Carlos Mérida con unos bosquejos del año 1950 y Rodolfo Galeotti con dos esculturas, una del año 1931 y otra de 1949. La presencia del español Eugenio Fernández Granell queda muy clara en la obra de Rodolfo Abularach. También la influencia mexicana, sobre todo en los artistas de la generación del cincuenta. De estos temas nos ocuparemos la semana entrante.

El recorrido estará abierto al público desde este fin de semana. Recomendada.

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte