Es fácil caer en la tentación y subirse a la ola de las críticas de las que ha sido objeto el presidente Jimmy Morales. Y aunque en realidad los comentarios adversos al mandatario son válidos, es importante admitir que resolver la crisis de Guatemala requiere de una fórmula que además de atender lo urgente empiece a resolver lo estructural. Esa debiera ser la pócima política en la que los asesores de Morales debieran de trabajar de inmediato.
Los electores y el propio Morales sabían que éste no tenía ni la mínima idea sobre el manejo de la cosa pública y que debido a la falta de un plan de trabajo era evidente que navegaría sin brújula en el mar de la crisis de Estado por la que atraviesa Guatemala. Ante semejante escenario es obligación del Presidente hacerse acompañar no solo de ministros lúcidos sino de asesores expertos en distintas áreas que puedan orientarlo sobre sus aciertos o advertirle errores. Sin embargo, en estos nueve meses de gestión ha sido todo lo contrario y más parece que Morales se hace acompañar de un séquito de incensarios que le nublan la vista y lo elevan hacia el Olimpo.
Los desafíos para Guatemala son enormes. Del lado de salud se debe avanzar como media prioritaria en generar de inmediato la prestación del servicio público acompañado del abastecimiento de medicamentos. Esto se logrará si el Gobierno empieza a pagar la deuda millonaria a los distribuidores de los medicamentos y la asignación de recursos reales a los hospitales prioritarios. En este momento, si bien el Ministerio de Salud tiene uno de los presupuestos más altos del Gobierno, los recursos son insuficientes y el erario público no ha podido darle mayores capitales.
En educación, Morales debe sortear no solo el abastecimiento de la refacción escolar sino atender lo más importante que tiene que ver con la cobertura universal del nivel de primaria y cerrar la brecha de la desigualdad en los otros niveles de la educación pública (pre primaria, básica y diversificada). El Estado debe de responder con una solución integral a este problema estructural.
En el capítulo económico social la situación es compleja. Más de la mitad de los guatemaltecos vive en condiciones de pobreza y dentro de ellos, al menos la tercera parte vive en condiciones extremas de pobreza. A ello se debe agregar que según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos (ENEI-2016), el empleo informal ha crecido en 2.2 por ciento y ahora al menos 4 millones 467 mil 917 de guatemaltecos trabajan bajo esas características sin certeza jurídica alguna. En Guatemala, según el ENEI, el 68.9 por ciento de los guatemaltecos en condiciones de trabajar lo hacen en el sector informal bajo la modalidad de emprendimientos propios en pequeñas o medianas empresas no registradas, mientras que la tasa de desempleo abierto es de 3.1 por ciento.
En el área de seguridad, Morales tiene enormes retos pues el crecimiento institucional de las fuerzas de seguridad es limitado debido a las enormes deudas que ha heredado del Gobierno del Partido Patriota quien contrató tecnología (cámaras de seguridad) sin el respaldo financiero debido. De momento el Ministerio de Gobernación adeuda más de Q1 mil millones a sus acreedores y esto se refleja en el poco abastecimiento de combustible que los auto patrullas tienen a diario.
Es un acierto del Estado en general y de los últimos tres gobiernos el hecho de que la tasa de homicidios en Guatemala continúa a la baja durante los últimos seis años, lo cual contrasta con los vecinos de El Salvador y Honduras. Es evidente que los trabajos interinstitucionales entre el Ministerio Público, la Policía Nacional Civil y el Organismo judicial, siguen con los esfuerzos de coordinarse para mantener esa tendencia.
El sistema carcelario debe ser atendido de manera urgente pero su presupuesto de Q500 millones es insuficiente. En ese sentido, el Gobierno debería de hacer esfuerzos extraordinarios para la búsqueda de recursos extras.
En este marco, el Consejo Nacional de Seguridad debe de empezar a tener una participación protagónica para determinar la agenda de riesgos y amenazas para el país que incluya la situación de vulnerabilidad ambiental y con ello, lograr planificar la inversión en este rubro para no caer en la improvisación, en la ilegalidad y en la respuesta reactiva tal y como ocurrió en la reciente propuesta de la instalación de un Estado de Prevención a todas luces inadecuado.
Morales tiene un enorme reto pero debe de despertar, debe salir de su zona cómoda y debe dejarse asesorar de personas que sí conozcan el Estado, el erario público y tengan soluciones integrales a la problemática nacional compleja. De no hacerlo, pasará a la historia como el comediante que hizo muchos papeles y guiones, menos el de Presidente.