La “Rancherita” ,el rechazo a la ayuda psicológica y las bromas de las redes imagen

Mirna Juárez de 19 años se colocó en la palestra mediática por protagonizar un fallido atentado. Ahora recibirá atención psicológica y las muestras de rechazo no se hicieron esperar.

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Mirna Juárez de 30 años se colocó en la palestra mediática por protagonizar un fallido atentado. Ahora recibirá atención psicológica y las muestras de rechazo no se hicieron esperar

¿Qué médico le recetaría una tableta de acetaminofén a un paciente sin dolor de cabeza? ¿Quién buscaría tratarse con una quimioterapia frente a un malestar estomacal? La respuesta: nadie. Los medicamentos son para los enfermos, para aquellas personas que presentan determinada patología o dolencia, las personas sanas pueden prescindir de estos fármacos.

Lo mismo ocurre con la salud mental, esa tampoco es de aplicación general, sino en casos específicos y en circunstancias concretas. Conozco de alguien que requiere de este apoyo: Mirna Juárez, bautizada por los medios como “la Rancherita”.



Imagen: Twitter

Antes que inicie a elucubrar improperios en mi contra, permítanme explicar mi punto vista. En principio rechazo cualquier hecho de violencia y más aún cuando se trata de un atentado en contra del transporte público. Me entristece que gente inocente deba enfrentarse al terror de vivir un acontecimiento como el suscitado en la ruta 32.

Francamente el hecho es repudiable e injustificable, pero estoy convencido de que solo una persona mentalmente desequilibrada tendría la voluntad y el coraje de hacer algo tan deleznable, mezquino y manifiestamente absurdo. En ese sentido no me queda duda de que esta señorita requiere más atención psicológica que el servidor que se atreve a escribir estas letras.

La mujer, que ahora no podrá nunca más sentir texturas, claramente requiere de apoyo emocional, tras haber perdido dos de sus extremidades.

Siembra violencia y cosecharás violencia

No conozco el entorno de Mirna, pero infiero que es hostil, pobre, carente de amor, respeto y consideración. Solo la ausencia de pilares y valores tan imprescindibles pueden explicar lo que ella hizo. Y es que la pobreza, la marginación y otras exclusiones sociales son caldo de cultivo para la violencia exacerbada.

Ojo que no todos los ambientes pobres son violentos y la precariedad no necesariamente es sinónimo de falta de amor o de principios. Eso lo tengo claro, solo presumo que la conjugación de muchos males propician este tipo de actos delincuenciales que tristemente enlutan a miles de familias por año.

No obstante no puedo dejar de experimentar compasión por Mirna, no me alegro de su desdicha y rechazo categóricamente las absurdas insinuaciones de una masa ansiosa por repartir juicios y muerte, de esa multitud que odia caudalosamente y que bastaría que tuvieran un explosivo en sus manos para hacerlo reventar, sin remordimientos, en el rostro de sus “enemigos”.

Aplaudo la sensatez y madurez del equipo médico, que juro velar por la salud de los demás sin importar las circunstancias. Ellos son doctores, no jueces y lo entendieron a la perfección.

Rechazo las bromas que van desde maniquís “de mareros” de “edición limitada” hasta la absurda sugerencia de las manos destrozadas de Mirna se asemejan a los trozos de res dentro de un caldo.




Lo siento por los que me desearán una amputación de manos o por todos aquellos que utilizarán el trillado argumento de: “ojala le pasa a un tu familiar cercano”… lo lamento pero no sucumbiré, no seré arrastrado a ese odio profundo e infinito. La pregunta con la que quisiera que todos reflexionáramos es, si estamos dispuestos a matar y a reaccionar con tanto odio y violencia ¿Qué tan diferentes somos a los que tanto detestamos?

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