LA INTERCEPCIÓN/ : Por Canchinflín Hero imagen

Las intercepciones se habían vuelto tan comunes como, digamos, los temblores. Eso sí, eran algo mucho más hermoso que un temblor.

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Paty siempre se levanta despuecito del Burger King. De allí ya solo quedan tres cuadras para su parada. Un día, al jalar su bolsa botó una moneda que rodó por el suelo hasta quedar detenida en forma vertical.

Paty sabía lo que eso significaba: una intercepción. Las intercepciones se habían vuelto tan comunes como, digamos, los temblores. Eso sí, eran algo mucho más hermoso que un temblor.

Las palabras que usan en la tele para explicarle a la gente común, y a los tontos, qué es una intercepción son que hay muchas realidades ocurriendo al mismo tiempo, en otras dimensiones, pero que ni la gente de esas realidades se daban cuenta de nosotros, ni nosotros de ellos; hasta que una de esas realidades se cruzó con la nuestra. Por tener otra vibración gravitacional, nosotros la percibimos como si estuviera de cabeza. Nosotros podemos verlos, pero ellos no saben de nosotros. Es el sueño de cualquier voyeurista, un sueño que dura de doce a quince segundos y que nadie puede predecir ni cuándo ni dónde ocurrirá.

Las reacciones a una intercepción son variadas. Por ejemplo, en la camioneta de Paty unos niños aplaudieron –a los niños les fascinan las intercepciones. Una señora se puso a rezar, mientras el chofer tomaba una foto. Un chavo escribió “INTERCEPCIÓN INTERCEPCIÓN INTERCEPCIÓN” en Facebook, provocando dieciséis likes. También estaba el don que se puso a gritarles qué hacer a las personas de la dimensión paralela, igual que como hace cuando están jugando los Rojos.

Ahora, ¿qué pasa si uno se tira a una intercepción? Bueno, nada emocionante. Un montón lo han hecho y luego de que transcurre la intercepción regresan. Durante unos días tienen sueños extraños acerca de gente desconocida. Dicen que da diarrea. Y también han habido casos de chavas que aseguran que quedaron embarazadas durante la intercepción, pero después siempre resulta que ya estaban embarazadas y solo querían que sus papás no las regañaran.

Más que todo, está mal visto querer saltar a una intercepción. La gente te juzga porque dice que lo hacés porque no sos feliz acá y es, como quien dice, querer suicidarte o huir. Por eso casi nadie lo hace.

Pero Paty saltó….

Escapar de la realidad es algo que a Paty nunca se le había pasado por la cabeza. La cosa es que, poniéndose en su lugar, la realidad de Paty quiere ganas. Desde las cuatro está en pie porque pasa un vecino por ella –un vecino CHUCHAZO, por cierto, pero es que si no aprovecha a irse con él, más tarde le toca caminar como siete cuadras. En el banco no es que le vaya tan mal, pero le ponen un montón de chance, tanto que a veces su almuerzo es meterse unos panes en el escritorio mientras tabula pólizas. De ahí viene el vergueo de salir corriendo a las cinco para ir a la U; llegar a terminar tareas mientras se come un yogurt; recibir clases y salir a las ocho. Por si fuera poco, está mera triste desde que la cortó Mario, según él porque “mano, qué carácter el que mantenés. En serio. No se te aguanta”.

Paty aventó las fotocopias de la tarea de microeconomía, gritó “¡NI MIERDA!” y corrió a la intercepción. Sintió que la estiraban diez mil manos y que se fragmentaba como si su piel no pudiera seguir sosteniendo sus huesos.

Después de que el brocha engelatinado gritó “¡Já, qué calidá esa onda!”, todos quedaron en silencio contemplando la intercepción. Pasaron los segundos. La intercepción concluyó. Paty no volvió.

En los meses siguientes, los episodios entre intercepciones se hicieron más largos hasta que, tres años después, dejaron de ocurrir.

Paty regresó a nuestra realidad durante la intercepción del primero de abril del año dos mil treinta y tres. En algún lugar del Océano Índico, una colosal nave emergió de un muro hecho de nada –contra el que chocaban las olas como pájaros estúpidos. Ella se hacía llamar Vashvalik y, aunque al principio no comprendíamos su lengua, trajo un mensaje de paz a la humanidad.

Hoy su nave es la isla a donde vamos a retirarnos los que hemos trabajado treinta años “en tierra”. Allí vivimos con absoluta prosperidad y armonía. Al igual que Vashvalik, nuestra reina, los habitantes de esta isla tampoco morimos.

Aquí lo tenemos todo. Y eso que Paty nunca terminó microeconomía.

CANCHINFLÍN HERO




Después de su victoria en las Grandes Guerras de Canchinflines de los años 90, Danilo Lara (Canchinflín Hero) permaneció congelado dentro de una carretilla de helados —acompañado por las diez pachucas, los tres olímpicos y las dos morenitas que se convirtieron en sus únicos amigos.

Danilo fue descongelado en la era presente solo para darse cuenta de que el gobierno había abolido los canchinflines. Convertido en un soldado sin su guerra, ahora se dedica a escribir cosas que considera chistosas.

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